El
magnicidio terrorista de New York. Logro que la sociedad occidental perdiera el
norte, quizás con razón no lo puedo criticar, pero hicimos mal en actuar con
desespero, rabia, precipitación y sobre todo miedo. Estoy seguro que esto era
precisamente lo que pretendían los terroristas integristas que lo llevaron a
cabo, así que visto desde la perspectiva del tiempo transcurrido, ganaron la batalla
estratégica y nos han derrotado por completo en los trece años de desconcierto
posteriores.
Hace
ya varios blogs que comento que la civilización occidental, la mía, la de
muchos de ustedes mis lectores, se derrumba irremediablemente, y parece que nadie
con el poder suficiente para rectificar lo vea, y así cada vez más el
descontrol, el desconcierto, la desconfianza, la desesperación, la desilusión
colectiva de la sociedad, se va adueñando de nuestros actos y de nuestro
futuro. Díganme ¿Quién está contento y seguro hoy en día? Nadie.
Repito
que es mi opinión, pero desde aquel 11 de septiembre de 2001 la sociedad
occidental se desvió de su dirección, y empezó a perder su posición de
supremacía general en todos los aspectos de la vida, perdió su calidad de vida,
se atemorizo tanto, que hoy hasta moverse ya no parece ser un acto de libre
decisión, si no de riesgo, solo hace falta ir a viajar en avión, para darse
cuenta del obsesivo miedo de hacer algo que hasta entonces era un disfrute
total.
Sin
análisis ni reflexión del por qué y para que había ocurrido aquello, los EEUU
se lanzaron a una guerra contra fantasmas y contra pueblos, a los que es
imposible y absurdo vencer, porque ni son enemigos de importancia, ni era
necesario perder más vidas y esfuerzos en base a solucionar un hecho que ya
había ocurrido, y que lo que había que combatir era su propósito, no sus
efectos inmediatos. Los EEUU y occidente perdimos el rumbo en todo, no es
casualidad que la economía se haya derrumbado estrepitosamente, no es casualidad
que miles de jóvenes americanos, ingleses, franceses, españoles, australianos,
alemanes, italianos y mas, hayan muerto en acciones (perdónenme ustedes)
inútiles y guiadas por el afán de venganza.
El
miedo y la sensación de no querer nadie, afrontar la recuperación de la
libertad de vida de nuestra civilización, hace que todo sea inseguridad, freno,
temor, y excesiva prevención ¿para evitar que? Otro atentado, esto no se
evitara así temiendo cada vez más que suceda algo, estamos manteniendo la
semilla viva de que ocurra, y dicho mas crudamente solo el hecho de vivir así
como ahora vivimos, ya es al acto terrorista más duro que la civilización
occidental ha vivido jamás.
Guerras
cruentas interminables, ineficaces y que nos arruinan, expansión sin límites
del mundo que hasta aquella fecha dependía de nuestra grandeza económica y
social, hasta tal punto, que nuestro temor ha dejado que el poder y la influencia
económica haya girado 180 grados, y ahora seamos nosotros los que estamos
pendientes de su benevolencia para sobrevivir, en la más estricta de las
penurias, promedios de desempleados en europa del orden del 12% y subiendo,
desunión total de las instituciones gubernamentales da la UE y de los EEUU, con
lo que el colapso de las sociedades es evidente, no hay objetivos comunes y yo
diría que incluso hay miedo a luchar para reconquistar lo perdido.
Y
es precisamente esto lo que habría que hacer cómo no le sé pero entre tanto
nuestros líderes lo averiguan habría que abandonar todas las guerras fuera de
nuestro mundo (fíjense que no digo terminar si no abandonar) irnos de
inmediato, y dejar que esas civilizaciones creencias sociedades y religiones se las compongan como
puedan por si mismos.
Una
retirada a tiempo es una victoria reza una frase de Napoleón Bonaparte. Replegarnos
en nuestro mundo y nuestra civilización y evitar con todas nuestras fuerzas,
que ningún elemento externo ya sea de
fuerza, especulación, o acción, aunque se disfrace de humanitaria, siga
introduciéndose en nuestras entrañas minándolas y destruyéndolas poco a poco,
no hay en este mundo global, nada que no se haga sin un fin, y si no aprendemos
esta lección no sobreviviremos.
Esto
no significa frenar el desarrollo, la economía internacional, las relaciones
diplomáticas etc. ni mucho menos será que no nos queda mundo donde movernos.
Simplemente digo que hay que adoptar aquella medida tan sabia de “Cada uno en
su casa y dios en la de todos”. Pero terminar con lo que ocurre ahora, que
todos están en nuestra casa y nosotros ya casi no cabemos, porque no se
equivoquen ustedes, no se les ocurra ir a las casa de nuestros huéspedes, serán
rechazados totalmente. Si no me creen viajen o hablen con gente que haya
estado, pero no de turismo, por trabajo o estudios y hayan intentado convivir
en igualdad como les hemos dejado hacer aquí, les dirán que les fue imposible.
Para
volver a nuestra vida natural, a nuestra tranquilidad a nuestro bien estar. Y
lo más importante a nuestra cultura, hay que salir de la tormenta perfecta en
la que nuestra nave se ha metido, y para ello hay que recogerse para buscar refugio en nuestros puertos, y reparar
los boquetes y desperfectos de nuestras naves. Solo así podremos luego salir a
navegar otra vez a mar abierto. Porque no lo duden si dejamos de intervenir
donde no nos quieren pero no dejamos que nos culpen de sus males terminaran con
ellos porque no sacaran provecho alguno cosa que ahora si lo obtienen, esto o
como escribía hace unos días hacer todo lo contrario. Pero no podemos seguir quedándonos
a medio camino de todo.
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