lunes, 17 de agosto de 2015

UNAS PEQUEÑAS CUENTAS PUEDEN EXPLICAR UNAS GRANDES RAZONES

  
Últimamente en los artículos que he publicado haciendo referencia a la sensación de que en Catalunya se está exteriorizando cada vez más  en la sociedad catalana, las proclamas de independentismo, he querido volver a analizar que nos mueve a unos y a otros  para no poder llegar a un acuerdo político y democrático sobre esta cuestión. Si a España le incordia sobremanera el hecho catalán, pues es motivo de furibundas críticas tanto en la prensa, como en la sociedad  más nacionalista, así como en los partidos políticos de carácter nacional en España, porqué se prefiere mantener este incordio, usando innumerables y peregrinas excusas políticas y jurídicas y civiles, porque no desprenderse de él. Máxime cuando los causantes de este problema así lo desean.
 
Parecería lo más normal que ante estas posturas tan claras, se debería de llegar a un consenso lógico, máxime cuando las partes en cuestión no presentan ningún contencioso de violencia ni malos modos todavía. ¿Por qué quiere ser diferente Catalunya? pues hay varios motivos, uno su sentimiento nacional propio y que a pesar de los intentos de anularlo e integrarlo a la cultura y sentimiento español, no se ha conseguido ni por la fuerza de una dictadura, ni por los trapicheos políticos de una joven democracia. Otro motivo, es la certeza de  la sociedad catalana de que no solo te quieren anular luchando contra tus sentimientos, sino que lo hacen además económicamente usando y abusando por  ley, de la condición, de la forma de ser, y de hacer, de la sociedad y la cultura industrial y comercial y de la iniciativa de la nación catalana.
 
Está claro que el problema de fondo está en la economía, y porque España no cede, porque no escucha, porque fuerza la situación con su poder legal, dificultando toda clase de intentos de solución  por medio de equilibrios políticos, difíciles de explicar con tal de no dar salida ni a acuerdos económicos ni a separaciones amigables, y sacarse de una vez la piedra del zapato que molesta cada vez más, pues esta es la explicación:
 
España tiene a fecha  30/03/2014 un PIB de 1.058,469 millones de € más o menos lo que con una población de 47 millones de habitantes resulta un PIB per cápita de 22.520,61 €. Catalunya tiene reconocido un PIB de 209,786 millones de € más o menos es decir representa un 19.82% del PIB español y con una población de 7,5 millones de habitantes correspondería un PIB per cápita de 27.97, 46 Euros.
 
Resumiendo si Catalunya se separase de España y se administrara directamente se retiraría del montante del PIB español el PIB catalán, lo que situaría en 848.683 millones de € el PIB español, esta condición rebajaría el PIB per cápita de España a 21,485.65 € consecuencia de dividir el PIB por 39.500,000 habitantes netos, esto significa que desprenderse de Cataluña haría bajar la riqueza de España un 19,8% y como consecuencia la de cada español un 4.6% la cosa empieza a tener sentido verdad.
 
Podrán esgrimir los furibundos detractores de llegar a cualquier acuerdo, que Catalunya  sola no sobreviviría, que las catástrofes económicas serian su fin, que los productos catalanes no serían bien venidos en España etc. etc. pero esto está por ver,  porque igual es todo lo contrario, la agilidad comercial de un país con las condiciones industriales, turísticas, con estructuras de nivel internacional con prestigio y marcas consolidadas mundialmente, quizás las presuntas pérdidas del mercado español, las llenaría con los mercados internacionales, no se puede asegurar, lo que sí es una realidad es que España defiende con uñas y dientes unos números que no le son favorables con toda seguridad, frente a otros que hasta que se pudiese demostrar lo contrario, si lo son para Catalunya.

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