domingo, 9 de agosto de 2015

HAY QUE PREPARARSE PARA CONSEGUIR GANAR DOS RESULTADOS ESCAÑOS Y VOTOS


Las elecciones del 27 de septiembre, convocadas el lunes pasado por el president de la Generalitat, Artur Mas, no son objetivamente un plebiscito sobre la independencia, otra cosa es que el resultado de las mismas pueda tomarse como una aproximación a tal figura político-jurídica. Un plebiscito es una votación de carácter dual es decir solo admite dos respuestas SI o NO por lo cual se entiende que la cuestión propuesta a plebiscito es única y estas características no se dan en esta convocatoria que se vota a listas y partidos políticos.
La cuestión es que, a medida que pasan los días y el debate sobre esta cuestión va ganando relevancia en la precampaña, la utilización de la palabra "plebiscito" va siendo sustituida entre sus partidarios por una versión más sutil para definir el sentido de las elecciones. Tendrán, afirman, "carácter plebiscitario" y esto si es posible porque los resultados de las votaciones pueden dar una relevancia a un mismo proyecto inscrito en varias listas a votar luego sacándolo del conjunto de propuestas generales este común proyecto suma de hecho la totalidad de los votos que ha tenido desde las distintas listas votadas.
La lectura plebiscitaría del 27S dependerá sobre todo, de lo que ocurra el día 28, al día siguiente. Y de las decisiones políticas que se tomen entonces. En definitiva, el resultado de los comicios quizás no sea tan relevante como pueda ser la lectura del veredicto de las urnas en los días posteriores. El problema entonces se plantará, en cómo se leerán estos resultados por los políticos esta es la incógnita, los políticos sabrán sacar de sus propuestas el tema propuesto en común o se quedaran en los resultados del escrutinio político y si yo gano ya me está bien y no me voy a sacrificar por otros.
Este es el riesgo a que nos exponemos al no poder plantear la verdadera cuestión de forma directa, pero también es verdad que este mismo riesgo lo corren los partidos y los unionistas españoles al no haber querido facilitar la posibilidad del plebiscito o del referéndum que en este caso venía a ser lo mismo. Al final la opción tomada por Artur Mas tiene una cierta ventaja sobre lo que el gobierno de España nos negó y es que tiene muchas más formas de lectura como por ejemplo con qué unidades de medida, dónde está el límite entre el éxito o el fracaso del sí o el no.
Cómo y hasta dónde legitiman las urnas el proceso político anunciado tras una eventual victoria de las listas del sí. En este punto, a decir verdad, todo resulta bastante confuso. Será muy difícil que las dos tendencias acepten los resultados si este da la victoria al contrario si ganan las listas proclives al SI, las listas del No buscaran toda clase de argumentos para descalificar los argumentos que propondrán los vencedores, que si el número, que si el porcentaje, que si son votos o si son escaños, y esto sucederá igualmente en el caso que fuesen las listas del NO o mejor dicho del “no SI”
El carácter plebiscitario que se quiere imprimir a las elecciones es el resultado de la inviabilidad política de la utilización de otras opciones para ejercer el derecho a decidir en el que según las encuestas está de acuerdo el 80% de la ciudadanía catalana. Ahora bien, el modo en que se pretende salvar ese obstáculo presenta, muchas incertidumbres.
Ahora bien, con la vista puesta en Europa, al final, las cifras sí serán importantes. Todos los especialistas consideran que la mayoría absoluta en escaños es imprescindible para verificar el resultado propuesto, pero en cambio no hay acuerdo en si la mayoría debe darse también en votos, un requisito que sería inexcusable en un plebiscito así que los que queremos un SI rotundo no nos queda más remedio que además de ganar las elecciones por mayoría absoluta sean las listas del SI las que obtengan el mayor número de votos.

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