domingo, 16 de diciembre de 2012

NO VALE LA PENA INDEPENDIZARSE AL FINAL CAERIAMOS EN LAS MISMAS POLITICAS



Ha sido un espejismo y como todo espejismo ha sido maravilloso mientras ha durado, pero ya se esfumo, un espejismo es una ilusión óptica-cerebral que te hace sentir y ver lo que necesitas o deseas fervientemente, en unas condiciones adversas y duras, el espejismo clásico del desierto, todos lo hemos leído, tu cuerpo seco y ardiente por el sol, hace que tu cerebro piense en la necesidad de agua y sombra, y tus ojos ven un placentero oasis de frescor arbórea y con un lago de agua fresca y cristalina.

Vas hacia el oasis loco de alegría, porque piensas que es cierto, que allí está el final de tu sufrimiento, llegas lo ves casi lo tocas, y cuando te abalanzas para sumergir tu cabeza en la reparadora agua del lago trasparente y fresco, lo que encuentras es otra vez la misma arena caliente sofocante que te está asfixiando desde tanto tiempo que ya te ha llenado los sentidos, tu alma, y tus ojos, con su agresividad, y se te rompe el espejismo en mil pedazos como si de un espejo que refleja tu ilusión se tratase.

Esta situación es la que nos ha invadido a los catalanes de sentimiento nacional, no por supuesto a los de simple habitabilidad. Nos hemos visto envueltos en un espejismo, hemos creído ver por fin el final del desierto hemos contemplado una Catalunya nueva, independiente, dispuesta a renacer con ímpetu de la crisis política, económica, y de confianza, en la que unidos en el desierto de España estamos inmersos desde hace siglos.

Pero la realidad la vemos ahora también, es otra muy distinta, no hay oasis solo hay desierto. No hay otra clase política, están los mismos, con sus mismos egoísmos, sus mismas contradicciones, con su mismo interés, con su mismo desierto. En otras palabras ya parece que definitivamente hemos perecido a la abrasión de la arena del desierto de España, que siglo tras siglo viento tras viento, ha moldeado el sentir, los ideales, y las formas de hacer política, a su imagen y semejanza en toda la extensión natural de España, Catalunya ya no es diferente en nada, y los que aun nos revelamos a ello ya no somos más que una soñadora minoría.

El pueblo empujo en una manifestación pública llena de ilusión y deseo de que algo cambiase el pasado 11 de septiembre, fue tan bonito que posiblemente ocasiono el espejismo, no solo de la sociedad nacional catalana si no también la de algunos políticos, y nos lanzaron a la carrera al encuentro de aquel oasis soñado, no importaban las dunas enormes que debíamos salvar, el oasis estaba allí a lo lejos, hoy vemos que demasiado lejos, la carrera finalmente nos ha agotado y nos ha hecho morder la arena otra vez.

La política, y los políticos catalanes, han puesto de manifiesto que el espejismo está roto, las mismas indecisiones, las mismas luchas de poder, las mismas trampas y traiciones, que sufrimos desde los gobiernos centrales españoles, se reproducen aquí no hemos ni empezado a salvar la primera duna, y ya se ha roto el espejo, yo quiero esto, tú quieres lo otro, nosotros queremos lo uno y lo otro, y el resultado es que nos hemos caído rodando por la duna otra vez hacia el punto de partida, es decir en lo más hondo del extenso desierto de España.

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