Ha sido un
espejismo y como todo espejismo ha sido maravilloso mientras ha durado, pero ya
se esfumo, un espejismo es una ilusión óptica-cerebral que te hace sentir y ver
lo que necesitas o deseas fervientemente, en unas condiciones adversas y duras,
el espejismo clásico del desierto, todos lo hemos leído, tu cuerpo seco y
ardiente por el sol, hace que tu cerebro piense en la necesidad de agua y
sombra, y tus ojos ven un placentero oasis de frescor arbórea y con un lago de
agua fresca y cristalina.
Vas hacia el
oasis loco de alegría, porque piensas que es cierto, que allí está el final de
tu sufrimiento, llegas lo ves casi lo tocas, y cuando te abalanzas para sumergir
tu cabeza en la reparadora agua del lago trasparente y fresco, lo que
encuentras es otra vez la misma arena caliente sofocante que te está asfixiando
desde tanto tiempo que ya te ha llenado los sentidos, tu alma, y tus ojos, con
su agresividad, y se te rompe el espejismo en mil pedazos como si de un espejo
que refleja tu ilusión se tratase.
Esta situación
es la que nos ha invadido a los catalanes de sentimiento nacional, no por
supuesto a los de simple habitabilidad. Nos hemos visto envueltos en un
espejismo, hemos creído ver por fin el final del desierto hemos contemplado una
Catalunya nueva, independiente, dispuesta a renacer con ímpetu de la crisis política,
económica, y de confianza, en la que unidos en el desierto de España estamos inmersos
desde hace siglos.
Pero la
realidad la vemos ahora también, es otra muy distinta, no hay oasis solo hay
desierto. No hay otra clase política, están los mismos, con sus mismos egoísmos,
sus mismas contradicciones, con su mismo interés, con su mismo desierto. En otras
palabras ya parece que definitivamente hemos perecido a la abrasión de la arena
del desierto de España, que siglo tras siglo viento tras viento, ha moldeado el
sentir, los ideales, y las formas de hacer política, a su imagen y semejanza en
toda la extensión natural de España, Catalunya ya no es diferente en nada, y
los que aun nos revelamos a ello ya no somos más que una soñadora minoría.
El pueblo
empujo en una manifestación pública llena de ilusión y deseo de que algo
cambiase el pasado 11 de septiembre, fue tan bonito que posiblemente ocasiono
el espejismo, no solo de la sociedad nacional catalana si no también la de algunos
políticos, y nos lanzaron a la carrera al encuentro de aquel oasis soñado, no
importaban las dunas enormes que debíamos salvar, el oasis estaba allí a lo
lejos, hoy vemos que demasiado lejos, la carrera finalmente nos ha agotado y
nos ha hecho morder la arena otra vez.
La política,
y los políticos catalanes, han puesto de manifiesto que el espejismo está roto,
las mismas indecisiones, las mismas luchas de poder, las mismas trampas y
traiciones, que sufrimos desde los gobiernos centrales españoles, se reproducen
aquí no hemos ni empezado a salvar la primera duna, y ya se ha roto el espejo,
yo quiero esto, tú quieres lo otro, nosotros queremos lo uno y lo otro, y el
resultado es que nos hemos caído rodando por la duna otra vez hacia el punto de
partida, es decir en lo más hondo del extenso desierto de España.
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