jueves, 15 de septiembre de 2011

ESPAÑA ¿ADEU?



Lo diré de entrada: este bloguista asiste entristecido y alarmado al torrente de palabras que llegan de España  invocando el desapego según ellos, de Catalunya. Siempre he creído y propugnado un clima de entendimiento que hiciera posible la convivencia. Y constato que hoy por hoy ese clima no sólo no existe, sino que se deteriora cada día un poco más. No tengo palabras para describir el desconsuelo que produce esa sensación de que se prepara un divorcio. Para mí, ese es el gran problema nacional. Y no de estos días. Es el problema nacional del siglo XXI. No logro entender cómo nadie trata de reconstruir los puentes que se rompieron, y sólo oímos el lenguaje de la ruptura.

¿Pero es que el PP el PSOE y toda la elite centralista española, está buscando la desaparición del sentimiento Catalán? Si repasamos sus propuestas electorales, no. Si recordamos el discurso de investidura del presidente Zapatero, tampoco. Pero los últimos mensajes, y hechos llevados a cabo desde Madrid, no permiten otra interpretación. Así se entiende el viraje de Jordi Pujol, sobre todo después de su artículo de tranquilidad que este periódico publicó. La declaración del señor Mas-Colell cuando defiende que es económicamente viable una Catalunya independiente. Las palabras de Artur Mas en Madrid, donde anunció que Catalunya seguirá su camino, dejó de considerar la Constitución como un punto de encuentro y reiteró la idea de transición nacional.

Se pueden hacer y se hacen muchas interpretaciones, desde la intención electoral hasta el uso del independentismo como instrumento de presión. Yo no juzgo intenciones, porque creo en las palabras y en lo que significan. Y en este momento significan ruptura. Y, como tantas veces ocurre en política, quizá todo sea fruto de una exageración. Exagera el nacionalismo español al denunciar que se erradica al castellano, y exageran los políticos de Catalunya al denunciar que la justicia española persigue al catalán. La España que jalea a los magistrados que quieren cambiar la inmersión sirve las bases de un drama, y también lo hace el catalanismo que ve una conspiración centralista en la reforma constitucional y el auto del TSJC. Los españolistas demuestran poca sensibilidad cuando reforman una Constitución con mayoría mecánica, sin atender a la realidad territorial de un país tan complejo como España. Y hay un ruido mediático que envenena el ambiente, rompe diálogos y trata a Catalunya y España, efectivamente, como naciones enfrentadas.

Me da miedo todo esto. Me da miedo, sobre todo, la tendencia, porque la escalada de incomprensión es creciente, los discursos crean adeptos, se adivinan señales de intolerancia y el rencor suele ser el paso que sigue al desencuentro. Yo quiero a Catalunya en España, o España en Catalunya, me da igual. Y quiero a ambas como las hemos soñado en la transición: integradas, respetadas, leales. Lo que está ocurriendo puede ser nuestro mayor fracaso colectivo. Nuestro fracaso histórico.

Esto que acabo de reescribir, es el articulo completo que ha publicado hoy en La Vanguardia el admirado Fernando Ónega  titulado Catalunya ¿adeu? Lo he reproducido palabra por palabra cambiando solamente la dirección de las ideas que el pone en Catalunya y yo en España, y si son ustedes tan amables les ruego que los comparen y verán que diciendo exactamente lo mismo España me excluye y diciéndolo como él dice Catalunya se excluye, lo que sí es común es que de una forma u otra ambos nos separamos cada vez mas. Su enorme articulo puede encontrarse por internet en “la Vanguardia”.

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