Hoy
es el día que mi nación Catalunya “celebra”, festivamente que fue derrotada y
anexionada a la fuerza por España, perdiendo por entero su libertad de ser.
Esta coincidencia quizás tiene la culpa de que en lo que voy a escribir a
continuación, (que no se refiere a este hacho ni a mi sentimiento patrio), se
refleje un cierto pesimismo y recelo en los temas que quiero repasar.
Se
conmemora también hoy el magnicidio terrorista de New York. Yo manifiesto aquí
mis condolencias a las familias de las victimas y al pueblo americano en
general, dicho esto, quiero analizar que desde este nefasto día, la sociedad
occidental perdió el norte, quizás con razón no lo puedo negar, pero hicimos
mal en actuar con desespero, rabia, precipitación y sobre todo miedo. Estoy
seguro que esto era precisamente lo que pretendían los terroristas integristas
que lo llevaron a cabo, así que visto desde la perspectiva del tiempo
transcurrido, ganaron la batalla estratégica y nos han derrotado por completo
en los diez años de desconcierto posteriores.
Hace
ya varios blogs que comento que la civilización occidental, la mía, la de
muchos de ustedes mis lectores, se derrumba irremediablemente, y parece que
nadie con el poder suficiente para rectificar lo vea, y así cada vez más el
descontrol, el desconcierto, la desconfianza, la desesperación, la desilusión
colectiva de la sociedad, se va adueñando de nuestros actos y de nuestro
futuro. Díganme ¿Quién está contento y seguro hoy en día? Nadie.
Repito
que es mi opinión, pero desde aquel 11 de septiembre de 2001 la sociedad
occidental se desvió de su dirección, y empezó a perder su posición de
supremacía general en todos los aspectos de la vida, perdió su calidad de vida,
se atemorizo tanto, que hoy hasta moverse ya no parece ser un acto de libre
decisión, si no de riesgo, solo hace falta ir a viajar en avión, para darse
cuenta del obsesivo miedo de hacer algo que hasta entonces era un disfrute
total.
Sin
análisis ni reflexión del por qué y para que había ocurrido aquello, los EEUU
se lanzaron a una guerra contra fantasmas y contra pueblos, a los que es
imposible y absurdo vencer, porque ni son enemigos de importancia, ni era
necesario perder más vidas y esfuerzos en base a solucionar un hecho que ya
había ocurrido, y que lo que había que combatir era su propósito, no sus
efectos inmediatos. Los EEUU y occidente perdimos el rumbo en todo, no es
casualidad que la economía se haya derrumbado estrepitosamente, no es
casualidad que miles de jóvenes americanos, ingleses, franceses, españoles,
australianos, alemanes, italianos y mas, hayan muerto en acciones (perdónenme
ustedes) inútiles y guiadas por el afán de venganza.
El
miedo y la sensación de no querer nadie, afrontar la recuperación de la
libertad de vida de nuestra civilización, hace que todo sea seguridad, freno,
temor, y excesiva prevención ¿para evitar que? Otro atentado, esto no se
evitara así temiendo cada vez más que suceda algo, estamos manteniendo la
semilla viva de que ocurra, y dicho mas crudamente solo el hecho de vivir así
como ahora vivimos, ya es al acto terrorista mas duro que la civilización
occidental ha vivido jamás.
Guerras
cruentas interminables, ineficaces y que nos arruinan, a los que luchan y a sus
familias, expansión sin límites del mundo que hasta aquella fecha dependía de
nuestra grandeza económica y social, hasta tal punto, que nuestro temor ha
dejado que el poder y la influencia económica haya girado 180 grados, y ahora
seamos nosotros los que estamos pendientes de su benevolencia para sobrevivir,
en la más estricta de las penurias, promedios de desempleados del orden del 10%
y subiendo, desunión total de las instituciones gubernamentales da la UE y de
los EEUU, con lo que el colapso de las sociedades es evidente, no hay objetivos
comunes y yo diría que incluso hay miedo a luchar para reconquistar lo perdido.
Y
es precisamente esto lo que habría que hacer ¿Cómo? De la siguiente manera:
abandonar todas las guerras fuera de nuestro mundo (fíjense que no digo
terminar si no abandonar) irnos de inmediato, y dejar que esas civilizaciones
creencias sociedades y religiones se las
compongan como quieran ellos. Replegarnos en nuestro mundo y nuestra
civilización y evitar con todas nuestras fuerzas, que ningún elemento externo ya sea de fuerza,
especulación, o acción, aunque parezca humanitaria, siga introduciéndose en
nuestras entrañas minándolas y destruyéndolas poco a poco, no hay en este mundo
global, nada que no se haga sin un fin, y si no aprendemos esta lección no
sobreviviremos.
Esto
no significa frenar el comercio, la economía internacional, las relaciones
diplomáticas etc. Simplemente digo que hay que adoptar aquella frase popular “Cada
uno en su casa y dios en la de todos” pero no lo que ocurre ahora que todos
están en nuestra casa y nosotros ya casi no cabemos, porque no se equivoquen
ustedes, no se les ocurra ir a las casa de nuestros huéspedes, serán rechazados
totalmente, si no me creen viajen o hablen con gente que haya estado, pero no
de turismo, por trabajo o estudios y hayan intentado convivir en igualdad como
hemos hecho aquí les dirán que les fue imposible.
Para
volver a nuestra vida natural, a nuestra tranquilidad a nuestro bien estar. Y lo
más importante a nuestra cultura, hay que salir de la tormenta perfecta en la
que nuestra nave se ha metido, y para ello hay que recoger las velas buscar refugio en nuestros puertos, y reparar
los boquetes y desperfectos de nuestra nave. Solo así podremos luego salir a
navegar otra vez a mar abierto.
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