Ya ha tomado
posesión del fuerte medio derruido y humeante todavía por los ataques de las
tribus de piratas anglosajones, de las hordas de economías amarillas, de la
huida a retaguardia de las tropas de infantería franco- germánica. El sexto
de caballería, ha llegado cabalgando en sus lustrosos corceles con los
estandartes desplegados, corneta en ristre
atronando la orden de ¡a la carga! para dar la nota de aviso a los atrincherados enemigos que permanecen todavía
acechantes, sus sables desenvainados flameantes sus destellos por el sol de la
mañana, han terminado por ofrecer un bellísimo espectáculo de fiereza y valor a
la estampa general.
El
analogismo con el sexto de caballería, es porque es el sexto presidente de España
el que de verdad hoy ha entrado en batalla al frete de su oficialidad, y ha
aposentado sus tropas más fieles a su vera, ahora lo primero que le tocara
hacer es cuidar que los nuevos mandos sean capaces de arengar de nuevo a los
viejos soldados, que ya hace tiempo que van librando batallas a las ordenes de
otros generales, y que están un tanto desanimados porque cada vez han ido
reculando, no solo en honor, sino también en pertrechos personales y dinerarios,
esta soldada necesita pronto una victoria de lo contrario el sexto de caballería
se quedara solo ante el peligro.
Desde la
empalizada del “Fuerte España” enclavado en la Moncloa se divisan varios
grupos: unos al acecho, las deudas y sus intereses, el desempleo y su salvaje
fiereza, los financieros y sus temibles bancos sistémicos, los ávidos empresarios
deseosos de arrancar de nuevo las cabelleras de los beneficios, para poder engrandecer
sus tropas de empleados. Y otros a la defensiva, esperando que se aclaren las
nuevas órdenes de batalla: los equipos sanitarios que están trabajando recogiendo
los maltrechos heridos de las otras batallas, y cada vez temen mas que les
dejen sin recursos en mitad del campo de batalla, y naturalmente el grueso de
las tropas, la sociedad en general, que necesita tener una visión rápida de
hacia dónde hay que ir a sufrir y luchar, para ganar al final la gloria de la
victoria socioeconómica antes que sea demasiado tarde.
Las primeras
ordenes están orientadas para mejorar posiciones para dirimir diversas batallas
abiertas de antemano: Crear Empleo; Restaurar la confianza en la banca para
restablecer el crédito a la inversión y al consumo; Salvar lo mas que se pueda
del estado del bien estar de la tropa; Apostar por suministrar nuevas armas
desarrolladas por la I+D+I para ser más eficaces en la batalla contra la globalización
de los mercados; Conseguir ganar espacio para colocarse en el mercado
internacional; Crear infraestructuras que agilicen el paso de nuestras tropas y
materiales hacia diferentes destinos y viceversa, que puedan utilizarlas tropas
aliadas para venir a ayudarnos; retirar la cantidad de ruinas de edificios sin
valor que permanecen tapando la visión real del frente económico, que nos
bombardea día a día; y lo más duro todo esto hay que hacerlo sin muchas bajas,
y sin gastar más que lo que nuestras paupérrimas reservas e ingresos de guerra
nos proporcionen.
En el
regimiento hay oficiales suficientes para dirigir las escaramuzas que el
comandante en jefe ha indicado, ahora lo primero es preparar las diferentes estrategias sin dilación alguna, y
tan pronto tomadas las decisiones iniciales lanzarse a la batalla, si se hace
bien y con valor la victoria vendrá sola, pero si nos entretenemos en dimes y diretes
y en rencillas, dudas, e imposiciones de rango y de órdenes, sin sospesar las
opiniones de todos los mandos, y tropas esparcidas por el campo de batalla
desde hace tiempo, sosteniendo como pueden batalla tras batalla sin recibir avituallamiento
ni ideas desde “Fuerte España”, la cosa puede irse al garete.
Considero
que en esta guerra por mucho “sexto de caballería” fresco y ufano y
preparado para su misión, que ha tomado hoy el punto central de operaciones no
puede caer en la creencia que desde su posición de fuerza, podrá controlar
todas las acometidas del enemigo, el “sexto de caballería” debe asegurar
los flancos cuanto antes, si quiere avanzar sin peligro por el centro y directo
al corazón de nuestro enemigo y derrotarlo, si se pierde en luchas colaterales
o deja que sus flancos no lo defiendan, la guerra no solo se perderá sino que
puede perderse hasta el mismísimo “Fuerte España”.
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