La eurozona sigue jugando a incendiarse con fuego
griego. Alemania dice que, a diferencia de 2011 y 2012, en la actualidad la
región es lo suficientemente fuerte como para soportar una salida de Grecia del
euro. Es evidente que en parte tiene razón porque Alemania ya ha recuperado más
del 80% de su deuda y en el fondo la deuda griega no es más que euros prestados
en su mayoría por los mismos bancos alemanes que es evidente ya lo han dicho
que se pueden ir del euro pero que deberán devolver hasta el último euro de
deuda esto una idea peligrosa e irrealizable.
Las
elecciones en Grecia, que se celebrarán el 25 de enero, y se plantean como un
nuevo referéndum sobre la permanencia del país en la moneda única, yo no estoy
tan seguro de ello creo que se olvidan de que unido al euro va la permanencia a
la UE, porque los griegos no van a ser tan tontos de quedarse en una UE regida
por el euro si ellos deciden dejarlo sería imposible al país sobreponerse en
este mercado.
Esto probablemente exagere los riesgos: el
partido de izquierdas Syriza, que lidera los sondeos, no hace campaña a favor
de la salida y una mayoría de los votantes griegos quiere permanecer en el
euro. Pero una victoria de Syriza, que quiere que se relaje la deuda de Atenas,
dará lugar a negociaciones complicadas con el resto de Europa. Si esas
negociaciones alcanzan un punto muerto, los acontecimientos aún podrían
conspirar para sacar a Grecia del euro.
No
hay duda de que hay pocos signos de preocupación en los mercados financieros en
torno a este riesgo, como ejemplo tenemos que si bien los bonos helenos se han colapsado, la
rentabilidad a diez años de Italia y España se mantiene muy por debajo del 2%;
en el caso de Portugal, ha bajado del 2,5%. El contagio en un principio no ha
ocurrido. Pero el descenso de los rendimientos responde a la perspectiva de que
el Banco Central Europeo compre bonos gubernamentales de la eurozona, algo que
es mucho más probable precisamente para evitar una salida de Grecia.
Parece
que la situación de la eurozona es más sólida que hace tres años. Países como
España, Portugal e Irlanda han intervenido para abordar sus problemas, y
cortafuegos como el Mecanismo Europeo de Estabilidad, el vehículo de rescate de
la eurozona, ya están en vigor. La reestructuración de la deuda griega en 2012
implica que una salida o un impago no suponen una amenaza para el sistema
bancario europeo; la mayor parte de la deuda griega está en manos en la
actualidad de gobiernos de la eurozona y del Fondo Monetario Internacional.
Pero
una salida de Grecia seguiría planteando amenazas importantes para el euro, sobre
todo políticas más que económicas la incógnita de que los mercados aceptasen una
Grecia nueva fuera del euro y posiblemente de la UE a medio plazo, podría acelerar
el derrumbe de la UE que es a mi modo de ver inevitable salvo que el BCE absorba
y aglutine todas las deudas europeas en una sola es decir que el BCE se
convierta en la FED europea.
Un
principio fundamental del BCE es que el euro es irreversible. La promesa del
presidente del BCE, Mario Draghi, de comprar bonos gubernamentales, si llegase
a hacer falta, a través del programa de Operaciones Monetarias Directas se
basaba de la idea de que los inversores tenían miedos irracionales sobre un
colapso del euro. Una salida destruiría estos cimientos: se sentaría un
precedente. Si un país puede marcharse, también pueden hacerlo otros y amigos
en esto estamos pero hay que recordar que esto que el euro es irreversible son
palabras de Draghi no es palabra de Dios ni de Merkel.
Y
aunque el marco económico de la eurozona es más sólido que antes, no lo es el político
ambos no están ni mucho menos completos. La voluntad política ha mantenido
hasta el momento la moneda única intacta, pero están ganando apoyos nuevos
partidos que desafían la ortodoxia de las políticas europeas. Los países
«tienen que estar mejor dentro (de la unión monetaria) de lo que lo estarían
fuera», señala Draghi. Sin embargo, la economía de Italia apenas es mayor en
términos reales en la actualidad que en 2000. El desempleo supera el 10% en
nueve países de la eurozona, y España va camino de desmembrarse política y físicamente.
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