No comprendo cómo podrá
arreglar Alexis Tsipras la economía griega y no solo lo digo por el necesario
entendimiento con la UE el FMI y el BCE sino por cómo podrá rehacer su economía
real partiendo de donde viene. Según la creencia popular en Europa, los
ciudadanos griegos no suelen pagar sus impuestos, una asunción que ha
contribuido fuertemente, según la misma creencia, a la triste situación de la
economía del país.
El hecho es verdadero,
pero no en su totalidad. Para entender lo que realmente ocurría y ocurre en
Grecia, hay que enfocar principalmente dos hechos. Uno, los contribuyentes de
renta baja o mediana tributan mucho, y dos, los ciudadanos de renta alta
declaran muy por debajo de sus ingresos reales y pagan impuestos muy bajos o no
pagan en absoluto (de hecho quizás no tan exageradamente pero esto es un poco
similar a España). Ambas cosas se basan, sin duda, en una Administración
tributaria obsoleta e ineficaz, pero también en una mentalidad social que fue
acostumbrándose a la evasión fiscal.
Cuando en Grecia se habla
de evasión, afecta a todos los contribuyentes (que buscan evitar el IVA, por
ejemplo), pero sobre todo se enfoca en los grandes empresarios. Por ejemplo,
los navieros griegos tributan poco porque los impuestos no se basan en sus
ganancias sino en el tonelaje de los buques. La ley de 1975 sobre la fiscalidad
de los barcos comprende 30 artículos que incluyen ni más ni menos que 82
exenciones. Un ejemplo: los propietarios de naves pagan una cuota simbólica
basada en el arqueo del buque: para un barco de 20.000 toneladas, de edad hasta
cuatro años, el impuesto será de 4.387 euros, independientemente de los
beneficios de su actividad.
En 2013, los ingresos
fiscales del Estado derivados de los navieros fueron tan sólo de 52 millones. Contrasta
esta cifra con la que sólo de la renovación de la tarjeta verde de los
inmigrantes en Grecia el Estado recaudó unos 54 millones. Como defensa a esta situación,
los navieros argumentan que tributan mucho no como empresarios, sino como
particulares, algo que tampoco es del todo correcto: en 2013, pagaron en
impuestos 15 millones, mientras que los marineros, sus propios empleados,
pagaron 55 millones. Y no es que les vaya mal a estos propietarios: sólo en el
año pasado, gastaron alrededor de 11.000 millones en buques de navegación
marítima. Esto de que algunos empleados paguen más impuestos que sus empleadores también se da en España.
De acuerdo con análisis
recientes, desde 2002 hasta la actualidad los armadores griegos no declararon
alrededor de 140.000 millones. Otro caso relevante para las arcas estatales es
el hecho de no declarar. Hasta 2011, el límite exento de impuestos estaba en
los 12.000 euros anuales y muchos profesionales, como médicos y abogados, hasta
electricistas y fontaneros, declaraban hasta 11.999 euros en su declaración de
renta. Cuando obligados el estado por la troika el límite se redujo a 5.000
euros, el fenómeno se limitó.
Pero la práctica de no
declarar sigue vigente: en 2013, sólo 324 residentes de Atenas admitieron en su
declaración de renta tener una piscina. Sin embargo, los inspectores fiscales
descubrieron una cifra un poco más elevada: 16.974 piscinas. Aparte de los
navieros, los grandes empresarios griegos en general tampoco se muestran muy
patriotas a la hora de declarar: oligarcas famosos en Grecia que aparte de sus
negocios mantienen también a equipos deportivos, declaran ganancias anuales de
hasta 31.000 euros.
Quienes tributan mucho en
Grecia son los autónomos. De acuerdo con el sistema fiscal, tienen que mantener
un bloque de facturación sin el cual no pueden trabajar ni como autónomos ni
como colaboradores en la mayoría de las empresas. Además tienen que pagar un
impuesto anual de 650 euros (o se les anula el bloque de facturación) y también
tienen que cotizar unos 540 euros cada dos meses al fondo de pensiones, tanto
si han mantenido actividad durante estos dos meses, como si no. Esta última
obligación ha llevado casi a uno de cada dos autónomos griegos a no cotizar.
Una percepción habitual
fuera de Grecia es que en el país hay clases de empleados que, mientras siguen
trabajando o incluso cuando se jubilan, disfrutan de beneficios que les
favorecen descaradamente a la hora de declarar. Esto es en parte cierto los
trabajadores en las telecomunicaciones públicas gozan de tarifas bastante más
bajas, como los conductores de los medios de transporte públicos, que tienen el
derecho de usarlos sin validar billetes. Todo esto más El descubrimiento
en el 2004 de que Grecia habia estado falseando sus cuentas públicas ante
Bruselas desde el año 2000 ha proyectado una sombra de duda sobre todos los estamentos y gobiernos griegos que hasta ahora han ejercido el poder en Grecia.
Evidentemente es muy
complicado entender porque conociendo esto se ha consentido el engaño una y
otra vez hasta llegar a donde la economía griega ha llegado con todo esto el
hecho que ahora Alexis Tsipras y su equipo hayan arrasado en la política griega
se justifica pero lo que no se justifica es como podrán los de Syriza rehacer
este país y esta economía que ha comportado una sociedad de diez millones de
personas en que la mayoría están en el límite de la pobreza total. Pero además de
esto se junta el problema de la culpa incuestionable de la propia UE que lo ha
venido consintiendo y que dicho sea de paso nunca ha explicado porque.
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