martes, 10 de febrero de 2015

PARECE QUE EL EURO A COGIDO EL CAMINO DE LA REALIDAD


El rápido descenso del euro frente al dólar se ha frenado últimamente. Esto podría sorprender teniendo en cuenta las crecientes tensiones en torno a Grecia, que están planteando dudas fundamentales sobre las perspectivas a largo plazo de la moneda única. Lo más seguro es que el euro continúe descendiendo.
Varios factores sugieren que el euro solo está experimentando algo similar a una consolidación, no escenificando un repunte. El primer factor que hay que destacar es lo que el euro ha caído ya. Tras situarse en torno a 1,13 dólares el lunes, la moneda ha bajado alrededor de un 19% desde su pico de mayo de 2014 frente al dólar; y este año ya ha caído un 6,5%. Se trata de movimientos considerables, por lo que parece razonable que el mercado esté recuperando el pulso.

El segundo es que, hasta el momento, ha habido pocas señales de contagio de Grecia. Mientras que la rentabilidad de los bonos griegos se ha disparado, con rentabilidades para los bonos que vencen en 2017 por encima del 20%, la rentabilidad a 10 años para Portugal, Italia y España ha estado cayendo hasta la fecha. La Bolsa griega ha bajado más de un 7% en lo que va de año, pero la situación es mejor en los demás grandes mercados europeos.

El tercer factor es que los indicadores económicos de la eurozona han estado dando motivos para la esperanza, aunque los datos de EE.UU, han demostrado ser menos fiables. Los economistas han mejorado sus previsiones de crecimiento de la eurozona, teniendo en cuenta que un euro más bajo, el importante descenso de los precios del petróleo, la mayor flexibilidad del Banco Central Europeo y las mejores perspectivas de generación de crédito están actuando como acicate de la economía europea.

Pero los datos de empleo de EE. UU, conocidos el viernes —según los cuales se crearon más de un millón de empleos en solo tres meses— han vuelto a poner de manifiesto que existe una gran brecha entre las economías de los Estados Unidos y de la eurozona. Esto ha impulsado fuertemente la rentabilidad a dos años en EE.UU., ya que los tipos de interés estadounidenses permanecen en su valor máximo en comparación con los tipos a dos años alemanes desde 2007. Entretanto, la Reserva Federal de los Estados Unidos y el BCE avanzan en direcciones opuestas.

Estos dos últimos factores apuntan hacia un euro más débil. Si se produjera un efecto de contagio, podría ser difícil de mantener la aparente calma de los mercados, con el primer ministro griego Alexis Tsipras enfrentado al parecer al resto de la eurozona. Su discurso el domingo prometiendo relajar las medidas de austeridad y rechazando una extensión del rescate actual ha intensificado la necesidad de mantener reuniones con funcionarios europeos esta semana.

Y aunque a la economía de la eurozona le vaya algo mejor de lo previsto, es poco probable que sea el tipo de recuperación que haría a los inversores reevaluar las perspectivas de divergencia en la política monetaria. Existe una brecha demasiado grande entre las economías de EE.UU., y de la eurozona.

Todos estos factores, considerados en su conjunto, sugieren que el euro todavía podría bajar más. Debería digo yo y al parecer también lo espera  Barclays que pronostica la paridad con el dólar estadounidense para el cuarto trimestre; mientras que BNP Paribas la sitúa a principio de 2016. El viaje del euro puede no estar exento de contratiempos, pero la dirección sigue estando clara.

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