Cada vez que
hay una crisis, económica, política o
simplemente de confianza se producen fugas de capitales que pasan de un sitio a
otro buscando unos protegerse y otros aprovecharlas confiando los rebotes
posteriores si las cosas se tranquilizan, este es el juego. Ahora le toca el
turno a Grecia. Como ocurrió con Chipre hace tres años, los ciudadanos están
retirando miles de euros del país. En la
mayoría de los casos, los inversores se dedican a transferir el dinero a bancos
de otros países de la eurozona. Sólo en diciembre de 2014, se enviaron 7.600
millones de euros al extranjero, el equivalente al 4% del PIB de Grecia.
Evidentemente cuando en un país o
una economía, los ciudadanos más ricos trasladan sus fondos a otros sitios más
seguros, la perdida de liquidez de los bancos locales, se enfrentan a la
amenaza de la insolvencia. Entonces no queda otro remedio que el Banco Central
del País amenazado inyecte a sus bancos millones de euros recurriendo a un
protocolo conocido como Asistencia de Liquidez de Emergencia (ELA, por sus
siglas en inglés). Estos
fondos se toman prestados de otros bancos centrales de la eurozona, que
depositaron euros en nuevas cuentas fuera de Grecia que habían creado los
inversores que retiraron su dinero del país.
Aunque la situación en Grecia
todavía no es tan grave, va camino de ello. Las fugas de capital tienen que
haberse incrementado significativamente desde que comenzó el año, dada la fría
respuesta de Europa a las peticiones de asistencia por parte del nuevo
Gobierno. Todavía se desconoce la deuda que a finales de enero tenía el Banco
Central griego con el resto de la eurozona. Sin embargo, se conoce que las
reclamaciones del Bundesbank al BCE aumentaron en 55.000 millones de euros, el
tercer incremento más importante desde el estallido de la crisis financiera
hace ocho años. Esto significa que gran parte del capital de Grecia ha ido a
parar a Alemania.
La semana pasada el consejo del BCE
redujo la capacidad del banco central de Grecia para prestar dinero nuevo a los
bancos comerciales. Antes esto estaba permitido si se daba a cambio deuda
emitida o garantizada por el gobierno griego, pero esta deuda ya no se acepta
como colateral. Aparentemente, la capacidad de imprimir dinero se ha agotado
para ayudar a los griegos ricos, a los bancos y a los inversores
internacionales a salir de un sistema financiero que se está hundiendo.
Para compensar esta restricción, el
consejo del BCE permitió al banco central griego conceder como máximo 65.000
millones de euros en créditos de ayuda de liquidez de emergencia (ELA) a sus
bancos comerciales bajo el mismo mecanismo que se implanto en la crisis de Chipre.
Aunque el BCE afirma que el banco central de Grecia es el responsable del pago,
esta suma es mucho mayor que la que podría conseguir para pagar sus deudas al euro
sistema si los bancos griegos no pudieran pagar los créditos ELA. Podría
decirse que el banco central de Grecia «posee» 38.000 millones de euros del
fondo monetario de los bancos centrales del euro sistema.
El BCE ha concedido un aplazamiento
temporal a los bancos griegos a costa de los contribuyentes de los otros países
de la eurozona, quienes son los que en realidad están concediendo créditos para
que los griegos ricos puedan sacar su dinero del país. Al banco central griego
no se le debería permitir vivir por encima de sus posibilidades. El límite máximo
de la ayuda a los bancos comerciales debería ser de 42.000 millones de euros.
Luego el gobierno griego debería establecer controles de capital para impedir
la fuga de capitales y para que sus bancos fuesen solventes.
La cuestión es si esta situación es
seguida por el actual gobierno griego o entra también en el capítulo de liberación
económica nacional popular del Syriza según las ultimas noticias de esta mañana
en que parece que Grecia está dispuesta a prorrogar una situación de “rescate económico”
sin que sea denominado “rescate económico” si parece que se han hecho algunas
cuentas reales y no tan solo políticas, de todas formas quisiera decir que una
parte de culpa de esta situación quizás la tiene España que no recibió un
rescate, sino un “crédito en muy buenas condiciones” recuerdan las palabras de
Rajoy
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