miércoles, 14 de marzo de 2012

EL MAL USO DE LA DEMOCRACIA POR PARTE DE TODOS LA PONE EN ENTREDICHO.



Es inaudito lo que está sucediendo en la sociedad occidental, basada principalmente en la teoría democrática para la gobernabilidad de su sociedad, el transcurso de los años ha deformado la verdadera esencia de la democracia y o mucho me equivoco o estamos a un paso de que se transforme en un liberalismo absoluto, completamente ingobernable.

En los últimos siglos. Se ha pasado por varios estadios de democracia. La  democracia liberal, un tipo genérico de Estado surgido de la independencia de los EEUU de 1776 y luego más o menos generalizado en las republicas y monarquías constitucionales que emergieron de los procesos de emancipación o revolucionarios contra las monarquías absolutas y establecieron sistemas de gobierno en los que la población puede votar y ser votada, para ir modelándose hacia la más moderna socialdemocracia que surgió a finales del siglo diecinueve.

La socialdemocracia, es una versión de la democracia en la que se recurre a la regulación estatal y a la creación de programas y organizaciones patrocinados por el Estado, para atenuar o eliminar las desigualdades e injusticias sociales que, según consideran sus defensores, no contemplaba la democracia fundamental que se centraba más en la economía libre de mercado y el capitalismo. La socialdemocracia se apoya básicamente en el sufragio universal, la noción de justicia social, y un tipo de estado denominado u orientado como un Estado de Bienestar.

Yo creo que esta evolución era casi natural porque el crecimiento de la humanidad obligaba cada vez más a protegerla, se gobernaba para mas pobres que ricos, para mas obreros  que empresarios, y los políticos que siempre buscan complacer a sus votantes, tenían que ir modelando la base fundamental de la democracia inicial. No obstante estas variables se han desbordado de tal manera, que ya la sociedad se ha vuelto prácticamente ingobernable y esto da que pensar.

La primera reflexión es que el sistema se ha dotado de demasiados políticos, y como consecuencia de muchas variables políticas, y como no de la abundancia de cargos y funciones, el político se ha convertido ya en una clase social y profesional, cuantos miles de políticos hay en España por ejemplo, no creo equivocarme si los cifro en más de 1.500,000 (políticos activos, oposición, retirados, ejecutivos de partidos, militantes de carnet, alcaldes, concejales, etc.). Esto trae una primera consecuencia, y es que en contra de lo normal en la cantidad precisamente no se encuentra la calidad si no todo lo contrario, y así es fácil que surjan personajes indeseables en más o menos grado. Al fin y al cabo, el político no es más que la representación de la sociedad de la que nace o se hace.

Como consecuencia de la gran apertura de libertad social que preconiza la nueva democracia, se multiplican casi indefinidamente las teorías políticas o ideológicas de la sociedad,  las cuales no encuentran otra forma de canalizarse que la inclusión en la política general, consiguiendo con ello enmarañar la posibilidad de tomar un camino recto y claro de gobierno y objetivos generales, ahora hay que complacer casi uno por uno, los deseos i ansias de “libertad de cada individuo” así podemos ver que  se crean democracias ecologistas, democracias nacionalistas, democracias de extremo derechas, democracias de derechas, democracias de centro derecha y centro izquierdas, democracias de izquierdas, democracias de extrema izquierda, y dentro de cada apartado multitud de variables casi ya unipersonales.

Con esta disparidad reconózcanlo es imposible gobernarnos, y esto es lo que está matando nuestra propia libertad aunque parezca un contrasentido, pero ha llegado a tal extremo la situación, que un individuo ya no tiene espacio para ser él, para pensar por sí mismo, para hacer lo que él quiera hacer con su vida, y como se ve atacado por infinidad de tendencias, de incomprensiones, e injerencias, se ve obligado o a tomar partido por alguna u otra forma  existente, lo que automáticamente le coarta su libertad lo cual le conduce a dos posturas: se adapta y engrosa una tendencia, o se monta su propio espacio y ya tenemos otro partido político, o movimiento alternativo, o cualquier otra forma de subterfugio que complica una y otra vez la convivencia en sociedad.

Hoy me atrevo a decir que la sociedad no es libre se mire por donde se mire, todos estamos obligados a tomar partido por algo, en lugar de dedicarnos a vivir nuestra propia vida, dentro de un marco y un orden amplio y sencillo, en que unos por sentimiento y derecho  se hayan ganado la obligación de gobernar a toda la sociedad, para que esta realmente se sienta libre para planificar su sistema de vida propio, dentro del más escrupuloso respeto a la vida y sentimientos del otro.

Si no se restaura la vieja democracia adecuándola a la situación actual, la política, la democracia actual, no tiene salida, esta tan contaminada que está a punto de perder todo su valor como elemento generador de libertad, de respetabilidad, y de concienciación de los derechos humanos. Si no conseguimos volver  a sentir la confianza, de que el sistema vela por mí y mi entorno, y que yo me puedo dedicar a vivir mi vida, francamente no valdrá la pena vivirla.

Hay que decidir si hay que luchar por esto o ya no vale la pena, y si es la segunda opción la que escogemos, sentémonos a esperar a que las otras formas de sociedades que existen en nuestro mundo, nos pasen por encima destruyendo nuestro modo de vida, basado en aquel “estado del bienestar” que la democracia inicial nos ofrecía.

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