"La crisis", maquiavélica palabra que, ha puesto en jaque a toda
la UE, y cuestionado la creencia de que se podía continuar con una unión
monetaria sin evolucionar hacia algo mucho más estrecho y vinculante. Los Países
socios actuales del euro, tendrán que profundizar en su integración hasta
lograr una unión económica y monetaria total y homogénea. Todo apunta que “Europa
se ha hartado de crisis” y que se dirige hacia un enorme salto cualitativo que
ya se compara por muchos con el Tratado de Maastricht, que en 1992 sentó las
bases para el nacimiento del euro y los criterios para acceder a la Unión
Monetaria.
Por lo que he leído hoy y ayer, las ideas que se manejan concuerdan
completamente con mi idea de lo que debe ser la unión europea, estoy convencido
que si así hubiese sido no habríamos llegado a “La Crisis” que nos está destruyendo.
La versión 2.0 (como algunos especialistas empiezan a denominar la rectificación
del tratado de Maastricht actual), podría incluir, según las tesis de Berlín,
desde la elección directa de un presidente de la Comisión Europea, a la
creación de un verdadero fondo monetario para los socios del euro y llegar por
esa vía, en línea con el Elíseo, hasta la emisión de eurobonos de deuda
conjunta de todos los socios, posiblemente también a la creación o transformación
del BCE en una institución más pareja a la FED.
Todo ello con el objetivo de aumentar la legitimidad política de la Unión
Monetaria, blindar la estabilidad financiera de sus componentes, y dotarse de
instrumentos presupuestarios para compensar los inevitables desequilibrios
macroeconómicos en el seno de la zona euro. Los primeros pasos hacia esa nueva
Unión Monetaria Europea se esperan puedan ser aprobados en la cumbre de finales
de junio, cuando podría pactarse el método y calendario de trabajo.
Pero cualquier avance en este sentido, estará supeditado a un control
estrecho y centralizado de los presupuestos nacionales, tal y como quiere la
canciller alemana y como apoyó el sábado Mariano Rajoy. Berlín quiere
garantizar por ley, un derecho de veto sobre ciertas decisiones presupuestarias
que ahora se consideran competencia exclusiva de los Parlamentos nacionales, y es
consciente, que el cambio requerirá una negociación al más alto nivel.
El reto de Merkel podría asustar en Francia, país que rechazó en 2005 en
referéndum el primer intento de dar el salto hacia una Constitución europea. El
actual presidente, François Hollande, defendió entonces el sí. Pero en su
Gabinete hoy se encuentran algunos de los líderes más prominentes del no a la
Constitución Europea, como el ministro de Exteriores, Laurent Fabius.
El paso hacia la federación económica y monetaria, incluye muchos otros
obstáculos. Entre ellos, la creación de una verdadera "Unión Bancaria"
para evitar que el posible deterioro del sector financiero, amenace la
solvencia de unos Países que ya no disponen de un banco central propio con
capacidad ejecutiva para defenderse. Esa unión bancaria, marcada como prioridad
en la cumbre europea informal del pasado 23 de mayo, pasaría, entre otras
cosas, por la creación de un supervisor financiero único, un fondo europeo de
garantía de depósitos y un mecanismo europeo de liquidación de entidades
insolventes.
Este mismo miércoles, la CE tiene previsto aprobar el proyecto para ese
mecanismo, pero su entrada en vigor parece todavía lejana. De todos modos,
Bruselas ya reconoce que solo hay una alternativa a estos avances, alternativa
a la que parece renunciar definitivamente, ya que consistiría en la
desintegración del euro. De todas formas no quiero cantar el himno a la alegría,
como señal de europeísmo total y casi definitivo, nos toca sufrir y padecer 20 días
que se me antojan muy largos y con más curvas y desniveles que una montaña rusa
de feria.
La cuestión es si están ya todos los países del euro grupo, convencidos y decididos,
a decir basta ya a la caótica situación política con la que nos manejamos, y
que en definitiva es la causante principal de la crisis económica, la ausencia
de una política común ha profundizado a
abismos insospechados las economías de cada país, y no se salva ni Alemania, aunque
su posición de fuerza la mantenga fuera del caos es muy posible que ya no tenga
más remedio que llegar a un punto de equilibrio entre sus intereses nacionales
y los de la Unión Europea. Siempre recuerdo al hacer esta comparación que fue Alemania
la instigadora de este proyecto porque en su momento ya vio que sola no podía seguir
creciendo.
La duda que me atosiga ahora, es que la actitud de dureza de la que ha
hecho gala la canciller Merkel, que no nos engañemos ha arrastrado a la crisis más
profunda a las economías de muchos países, haya creado un sentido de recelo y
rechazo a la solución del problema creado, este dilema es ahora mismo para mí
el posible nudo gordiano que haya que cortar. Aceptara Grecia una nueva constitución
europea que la ate más, y Francia, tendrá suficiente protagonismo para
satisfacer su “Grandeur” son ejemplos para ilustrar las dificultades con que
puede encontrarse el posible nuevo tratado europeo.
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