No
ha cambiado en nada el proceso de transición actual del PSOE al PP que lo
sucedido hace ocho años a la inversa, siguen las mismas tácticas. Poner palos a
las ruedas y las descalificaciones porque si, de las iniciativas o de las
soluciones más o menos planteadas del nuevo gobierno, por parte del partido
perdedor, y por el contrario la machacona carga de culpabilidad a todo lo hecho
por parte del partido vencedor.
La
actual forma de hacer política no es la acertada, hacer política no debe ser
criticar lo que otro hace porque a mí no me gusta, o me va mal para mis
aspiraciones de gobernar ahora, o en el próximo futuro de mi país. Hacer
política debería ser todo lo contrario, debería
ser corresponder con mis ideales y mis ideas, a mejorar la sociedad en la que
me desenvuelvo, aceptar la elección de los gobernantes vigentes, y buscar la
forma de mejorar la gobernabilidad de mi país, eso si también seria de lógica
una correspondencia igual por parte del que gobierna no tomando la actitud de
indiferencia y desprecio hacia la oposición para evitar que gane puntos
mientras me toca a mi gobernar. Porque estas dos posturas son las que llevan a
hacer la política que intento criticar en este articulo.
Pero
no lo entienden así los políticos, y la política para ellos hoy en día estriba
en destruir las acciones de unos para imponer las de los otros, sean o no
necesarias. Esta es la situación en casi todas las naciones de Europa y por
supuesto en España, lo que aprueba el gobernante electo, lo intenta destrozar
el que fue derrotado y aguarda detrás, y para ello no duda en poner en riesgo a
la propia supervivencia de su propio país y sociedad, le da igual si la
economía se cae, si el empleo también, si la vida social se enrarece, le da lo
mismo la cuestión es destrozar la gobernabilidad de su oponente, y eso a mi
entender no es hacer política ni ser político, esto es ser un mal político y un
aprovechado sin escrúpulos.
No
lo digo en concreto por ningún país, lo digo en general es el tufo pestilente
que emana de la política actual, en Alemania, en Bélgica, en Italia, en España,
en Francia, etc. los gobiernos son atacados a muerte por sus opositores, no se
conforman ni en esperar a ver que las medidas que se toman sean más o menos
acertadas, no es suficiente con criticarlas constructivamente que sería lo
importante, hay que declararlas inconstitucionales, fuera de la ley, falsearlas,
denostarlas, y crear incluso el efecto contrario al que están destinadas con
toda la fuerza social de que disponen detrás de unas siglas o tendencias
políticas.
No
hay por culpa de esta situación posibilidad de gobernar con libertad por parte
de los gobiernos vigentes, estos tienen que estar casi más pendientes de
defenderse constantemente de verdaderos ataques a muerte de sus opositores,
pero es que además, deben de preparar la contraofensiva e intentar destrozar a
la oposición, así se pasan las legislaturas, en una guerra constante de
desprestigios brutales y de ineficacia de gestión y de dirección política. Por
eso saltan las calamidades de golpe, por eso se declaran crisis de tanto calado
como la actual, y además sin saber a ciencia cierta porque, esto ocurre porque
el gobierno está más pendiente de mirar al presente y al pasado, que no de preocuparse por el
futuro, porque si así lo hace, mientras le harán como se dice vulgarmente la
cama, en estos tiempos parece que solo hay que estar luchando por tú puesto por tú
condición y tú salario y así no se hace política.
Hemos
entrado en un ciclo que no sé cómo se parara, pero si se donde nos llevará y
este camino nos conduce al despotismo y a la anarquía, la sociedad deberemos de
plantearnos si nos interesa seguir manteniendo y pagando estos políticos, que
no se entienden ni entienden su función, quizás habrá que pensar que para lo
que hacen y para lo que sirven, mejor prescindir de ellos, no sé cuando diremos
basta ya, pero me temo que no podremos esperar mucho, porque el desorden y la
falta de salidas dignas que nos ofrece la política, nos empujara a una anarquía
social moderna irremediablemente, o al renacimiento de alguna dictadura
impositiva del ordeno y mando, y nos lo tendremos bien merecido.
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