viernes, 2 de enero de 2015

CUENTO DE AÑO NUEVO



Hoy después de mucho pensar en si sería oportuno o no me decido a contarles una historia real que he vivido como figurante, pero que puede servirme para que muchos españoles y catalanes pensemos en lo que van a leer, perdón por anticipado si ofende alguna sensibilidad i o nacionalidad, nada más lejos de mi intención promover este efecto sino todo lo contrario, hacer recapacitar lo que empieza a ser un hecho de incomprensión casi racista hacia lo catalán en España.

La intención y el sueño de muchos catalanes es hoy precisamente, llegar a eso a poder ser catalanes en nuestra tierra, Catalunya, pero es evidente que España y muchos españoles nos lo niegan, ha llegado un punto que España no quiere comprender por qué se puede y se quiere ser catalán, si se es español aunque sea por obligación, no voy a referirme a economía ni a política, sino a hechos sentimentales y humanos que para mi demuestran como algunos españoles aceptan una misma situación sentimental y humana, de dos formas bien distintas según sea el origen nacional que la provoca.

Y sin más dilación paso a contarles el cuento: Había una vez una familia de origen español compuesta por unos abuelos, sus dos hijos y sus respectivas esposas y sus tres nietos; por supuesto habrán deducido que los abuelos y los dos hijos son españoles de nacimiento y creencias; la cosa se complica porque las nueras (esposas de sus hijos) una es francesa y la otra catalana, los nietos todos ellos han nacido en España pero solo uno en Catalunya. Las parejas jóvenes unos viven en Madrid y los otros en Barcelona, por cuestiones profesionales, hasta aquí todo debería ser normal pues no señores no lo es.

La familia en cuestión considera de diferente manera las condiciones particulares de cada una de las parejas. Así ocurre que para ellos es una gracia y un orgullo que la pareja que vive en Madrid compuesta por su hijo y su nuera francesa, eduquen a sus dos hijos (sus nietos) en francés, estén ambos matriculados en el liceo francés y en su casa se hablen al unísono y a la par, el francés y el castellano, esto repito, es motivo de orgullo que muestran a todos sus allegados amigos y familiares, (lo cual cuando me lo contaron mi opinión fue que me parecía lo más lógico y sabio, porque así los muchachos aprendían dos idiomas y dos culturas).

Pero cambió mi juicio cuando me contaron que la otra pareja, que vive y trabaja en Barcelona y llevan a su hija al instituto público que le corresponde y por la tanto aprende y habla en catalán, además de castellano e inglés, no es motivo de orgullo, (me refiero a su educación) más bien al contrario, esta persona tiene que ocultar en su casa el catalán, ni se habla en su casa ni se habla cuando están con los abuelos tíos y primos, si no pregunten, su padre está de acuerdo en esto, su madre no lo sé. Curioso verdad, la conclusión es clara, para unos españoles es un orgullo convivir con extranjeros, pero una vergüenza no ser español en España.

Tal como me lo explicaron es como lo cuento, para estos españoles y me imagino que para muchos más una cosa es tener que venir a trabajar y como consecuencia  enamorarse y casarse y tener hijos en Catalunya, para poder tener una buena vida que no podrían sostener en su origen, y otra muy distinta aceptar la cultura y el sentimiento propio de Catalunya, hasta tal punto de tener que ocultarlo en la intimidad, sin embargo, o curiosidades de la vida, es un orgullo tener una misma situación pero con otro miembro para ellos de superior categoría nacional, al menos así lo veo yo.

Moraleja Catalunya y los catalanes somos un estorbo para los españoles como seres humanos y sentimentales, otra cosa es nuestro dinero y nuestros impuestos, pero esto es su derecho, porque para que se enteren quienes no lo quieran ver, somos una conquista con derecho a pernada incluida. Y así este cuento se ha terminado.

Ya lo ven Señores Mas y Junqueras  ustedes sigan discutiendo si son galgos o podencos, la realidad si no se deciden pronto, es que no seremos jamás ni una cosa ni otra, sino que seremos lo que los españoles quieran hacer de nosotros

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