Fráncfort (Reuters): Filtrar
el dióxido de carbono (CO2) mediante baños de espuma infestados de microbios es
sólo una de las ideas desarrolladas por las principales empresas industriales
alemanas mientras afrontan una creciente presión para reducir sus emisiones de
gases de efecto invernadero. Mientras los líderes mundiales se preparan para la
cumbre sobre el clima en París, empresas como Thyssenkrupp o la filial de
plásticos de Bayer, Covestro, perciben tanto una amenaza como una oportunidad.
La amenaza es que los
mayores castigos europeos por las emisiones forzarán a las empresas a
relocalizarse en lugares con normas menos estrictas. Eso preocupa a algunos en
Alemania, que emite más CO2 que cualquier otro país europeo y cuya economía
depende en mayor medida de las manufacturas que la de sus vecinos o Estados
Unidos. La oportunidad supone poder emplear tecnología para convertir los gases
en sustancias útiles, lo que haría a las empresas alemanas pioneras en la
protección ambiental.
El grupo de acero y
tecnología Thyssenkrupp ha creado un consorcio para procesar gases de desecho
que contienen CO2 en sus fábricas y convertirlo en productos como amoniaco para
fertilizantes o metanol, que sirve como base de varios productos químicos.
El consorcio denominado
Carbon2Chem, que comprende a E.ON, Akzo Nobel, Linde y Evonik, lleva 15 años de
trabajo de desarrollo, pero su concepto de reactor químico tiene una gran trascendencia.
Los fabricantes de hierro y acero representan el 6,7 por ciento de las
emisiones globales de CO2, casi en su totalidad a través de los gases de las
fábricas de acero.
Bajo este esquema, la
energía adicional que se necesita en el proceso provendría del hidrógeno
generado en momentos de exceso de oferta de energía eólica y solar."Los
productos químicos básicos se derivan principalmente de petróleo y gas en estos
días", dijo el director de Tecnología de Thyssen, Reinhold Achatz. "Ahí
es exactamente donde el gas de acería intervendría tras el lanzamiento exitosos
de Carbon2Chem. Estaríamos reutilizando materias primas que ya se utilizaron en
la producción de acero".
Otros, como la no
cotizada Brain Biotech, están aprovechando el poder de la biología, metiendo
los gases de combustión en un baño de burbujas lleno de bacterias. Brain, que
lleva a cabo investigaciones en empresas químicas, cosméticas y de
alimentación, está realizando ingeniería genética con microbios para que
metabolicen el CO2 en ácido succínico, una materia prima versátil cuyos usos
incluyen poliésteres y aditivos alimentarios.
En otros lugares de
Europa, el grupo petrolero español Repsol y su rival Shell también prestan
atención a la biología en proyectos separados, tratando de impulsar el
crecimiento de los cultivos energéticos para biocombustibles al canalizar el
CO2 de los gases de refinería en invernaderos.
Si bien la mayoría de
estos sistemas se basan en parte en la financiación del sector público, las
empresas dicen que su disposición a gastar millones en proyectos climáticos
dependerá de mantener la competitividad a medida que se impongan más gravámenes
relacionados con la energía.
Thyssenkrupp, frente a la
fuerte competencia de sus rivales chinos, dice que los altos precios de los
derechos de emisión de carbono arrojaban una sombra sobre toda la industria
siderúrgica europea y que sus fábricas de acero ya están alcanzando los límites
de la eficiencia energética. Con sus socios, planea invertir 1.000 millones de
euros en un reactor químico si su prueba piloto tiene éxito."Los políticos
tienen que darnos la oportunidad de que haya una industria de acero en Alemania
en el año 2030 de modo que podamos poner en práctica este proyecto", dijo
Achatz.
La preocupación es
compartida en los consejos de las empresas industriales: que los esfuerzos de
Berlín para encabezar la lucha contra el efecto invernadero sólo conlleve que
las operaciones intensivas en energía se vayan a centros menos regulados en el
extranjero. Después de que el G7 se comprometiera en junio a abandonar los
combustibles fósiles para el final del siglo, consejero delegado del grupo
petroquímico BASF bromeó: "Usted también tiene que dejar de respirar,
porque todos estamos emitiendo CO2".
Más allá de la retórica,
los enfoques creativos se multiplican. Covestro, de Bayer, planea poner una
línea de producción de espuma de poliuretano en funcionamiento el próximo año
que reemplazará algunos de los materiales petroquímicos de su producción por
CO2.Covestro está tratando de aplicar el concepto, que depende de que unos
catalizadores químicos hagan a las moléculas de CO2 recombinarse en algo útil,
a otras líneas de producción. Repsol está trabajando en un proyecto de
polímeros, denominado Neospol, que se basa en principios similares.
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