Entre 2009 y 2012, la Eurozona y el Euro estuvieron
al borde del colapso. El problema lo destapo la situación real de la economía
griega, pero en realidad el peligro de colapso no sólo fue por Grecia. Hubo
momentos en los que las deudas de
países como España o Italia no aparecían en las pantallas de los
operadores porque no había mercado para ellas. Estábamos en quiebra técnica. En
aquellos años, con la prima de riesgo por encima de los 600 puntos, todas las
miradas estaban centradas en los bonos soberanos y en cómo los mercados de
deuda podían acabar con el experimento de la moneda única.
Por supuesto que en las cancillerías
europeas esto es una conclusión que no se acepta. Se ha
salido de la crisis de deuda y punto. No hay incertidumbres acerca del futuro
de la moneda única. Pero los riesgos para el euro no sólo no se han evaporado, según
desde qué ángulo miremos, podríamos convenir en que son aún mayores. La
pregunta es si esta vez, como hace dos años, los políticos europeos serán
capaces de evitarlos. La clave de este nuevo análisis ya no está en la deuda
pública, sino en la recesión y en sus efectos, sobre la economía y también
sobre la política económica y social europea.
Es evidente que ningún político nacional
acepta ante la sociedad que la realidad económica europea está a punto de caer,
porque esto es tanto como decir que los políticos están siguiendo unas
soluciones erróneas y que no llevan a ninguna parte a las economías nacionales,
con lo que la sociedad no aceptaría seguir sacrificándose por ello, pero hay
que considerar algo evidente: el euro está en peligro entre otras cosas, porque
hay una serie de políticos
europeos con posibilidades de gobernar, que aseguran que no les
temblaría el pulso si hay que sacar a sus países de la moneda única si llegan
al poder.
Que quiere decir esto, pues sencillamente
que muchos políticos saben que no podrían gobernar con una economía basada en
un monstruo insaciable llamado EURO, un monstruo que se hace pagar a 1.10
dólares, es decir que obliga a “pagar más para ser más pobre” es una realidad
que no tiene justificación alguna, mis lectores ya hace meses que me lo ven
escrito una y otra vez
PODEMOS en
España, Syriza en Grecia, el
Frente Nacional en Francia, o el Movimiento Cinco Estrellas en Italia tienen
muchos puntos en común. Y quizás el más importante es su apuesta por recuperar
la política monetaria para sus gobiernos, con la consecuente salida del euro y
del control del BCE. Evidentemente si esto llega no es solo la caída del euro
es el final de la Unión Europea cosa que también estoy repitiendo una y otra
vez.
Yo no sé definir si es problema es que el
euro ha hundido las economías de más de media Europa, o es que las economías de
la Unión Europea no pueden sostener el euro debido a sus desigualdades reales,
la cuestión es que sea como sea, el orden de las causas, el resultado es el mismo,
no se puede mantener ni el EURO ni la UNION EUROPEA en las condiciones
políticas y económicas actuales.
Se puede pensar que quizá ninguno de los
partidos políticos antes mencionados llegaran al poder, pero hay que
considerar que algunos tienen posibilidades
por ejemplo, PODEMOS que en España sigue siendo la tercera fuerza para el CIS,
pero esta encuesta está muy desenfocada, porque todos sabemos cómo funcionan
las agencias oficiales, siempre al servicio del partido gobernante, la realidad
es que si hoy se hiciesen elecciones en España yo estoy seguro que PODEMOS
gobernaría porque la sociedad esta que no puede más.
Marine Le Pen tendría pocas opciones en
Francia, yo no veo a este país cuna de la revolución votando por la derecha, en
Italia las huestes de Beppe Grillo no consiguen poner seriedad en su política y
no son fiables, sólo Syriza y Alexis Tsipras, en Grecia, llegaron al Gobierno,
y ya ven como le Europa del euro se lo está haciendo pagar. Pero cuidado,
hablamos de cuatro países y cuatro situaciones diferentes. Sólo con que uno de
ellos ganase, el terremoto se sentiría en toda la Eurozona y más allá porque además se uniría inmediatamente el
Reino Unido.
La situación asusta por sí misma, pero si
le añadimos un crecimiento
real de la sociedad nulo o negativo en muchos casos, pueden dispararse
los peores temores de los inversores, esos que se creían ya olvidados. Cómo
financiarán estos enormes números rojos estos países si ni siquiera son capaces
de crecer, porque una cosa es poder pagar los intereses de las deudas gracias a
los sacrificios cada vez más duros de la sociedad y otra muy distinta crecer aunque sea un poco.
Por ahora, los mercados de deuda parecen tranquilos y las primas de riesgo de
los periféricos parecen más o menos controladas. Pero nadie sabe si no puede
haber una chispa que inicie la estampida.
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