Gobierno, Partidos Políticos,
políticos, escritores, abogados, empresarios, artistas, y economistas, todos tienen
su opinión y la manifiestan más o menos abiertamente frente a la ola
secesionista alimentada desde CiU y el Gobierno catalán, que preside Artur Mas,
todos ponen de
relieve que tal apuesta soberanista puede desbordar el malestar social ya muy deteriorado
por la crisis económica, y que los independentistas cargan en ese malestar, (sin
razón dicen) su particular idea de España.
Los independentistas
catalanes, no cargamos nuestro deseo de independencia a nuestra particular idea
de España, sino a nuestra particular idea de nuestros sentimientos nacionales,
que no coinciden con lo que España pretende que adoptemos como sentimiento
propio. Si todos o la mayoría de opinantes y aconsejadores consideran que los
independentistas “se proponen violentar la ley democrática hecha por todos para
todos” si que en esto les doy la razón, aunque no en lo de violentar, porque
aquí no se trata de usar ninguna violencia, al menos por nuestra parte ni
siquiera en el uso del verbo escrito.
En algunos artículos y
comentarios se nos ataca, diciendo que Catalunya nunca fue un reino, ya lo
sabemos y eso es precisamente un signo de nuestra peculiar forma de ser y
sentir nuestra sociedad y nacionalidad, pero siempre hemos formado parte de
algo y generalmente fielmente. Cataluña
fue durante la Edad Media uno de los territorios que compusieron el patrimonio
del reino de Aragón, conocido por la historiografía posterior como la Corona de
Aragón.
Tras la
desintegración del Imperio Carolingio el condado de Barcelona,
que había formado parte de la Marca Hispánica del Imperio, alcanzó una
independencia de facto a finales del siglo X, y consiguió agrupar en
torno a él, mediante vínculos familiares o de vasallaje, a una parte importante
de la actual Cataluña, principalmente los condados de Gerona, Osona, Besalú,
Cerdanya y Ampurias y ciertamente no formo la forma usual de un reino con un
rey.
En el siglo XII, el
condado de Barcelona y el reino de Aragón se unieron dinásticamente mediante los
esponsales acordados entre Ramiro II de Aragón y Ramón Berenguer IV de Barcelona en1137,
por los que el conde barcelonés contraería matrimonio con la futura reina
aragonesa Petronila. Al final la unión entre el reino de Aragón con el de
Castilla creo toda la historia común que nunca ha sido asumida enteramente por
ninguna de las dos partes.
Creo que Catalunya
siempre ha estado ahí con una historia propia y común a la vez siempre ha sido
buen vasallo y siempre una parte muy importante dentro de las alianzas
sostenidas hasta que surgió el imperio español, que no se conformo con tener
una nación que no asumía el hecho nacional que componían el imperio, y quiso terminar
con ello en 1714, y aunque no lo ha logrado nunca podrán decir, (como no dicen
es cierto) que Catalunya ha sido intransigente o traidora a sus deberes como
súbdita, ni tampoco ahora como nacionalista.
Ahora parece que
forzada por las circunstancias económicas modernas Catalunya quiere decir basta,
queremos partir hacia nuestro propio destino porque no creemos que España lo
esté haciendo bien, porque su deriva vuelve al centralismo imperial de aquella Castilla
que forjo España, pero que olvido como he dicho muchas veces, que no lo hizo
sola, hubo otros reinos y otros ejércitos y hombres que combatieron ayudando a
liberar a la península Ibérica, (no a España) de la invasión árabe. Al final se
creó España pero no se ha conseguido del
todo ni en todas partes incorporar el sentimiento nacional español que se nos
reclama casi a la fuerza como una obligación.
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