Parece que a
pesar de las necesidad que España tiene de negar la identidad catalana la
historia certifica todo lo contrario Catalunya tiene identidad e historia mucho
antes que existiese España, lo curioso del caso es que cuando la historia
aflora esta realidad desde la prensa española deciden tomarla como reflejo de
lo terriblemente malos que somos los catalanes, claro que si eso asusta a España
no tienen más que leerse su propia historia y repasar la conquista de Iberoamérica
y la santa inquisición.
Para que vean
que absurdo es que la prensa sensacionalista española se dedique a hacer mala
prensa a los catalanes les voy a ha trasponer el artículo publicado en “Libertad
Digital” respecto a las aventuras de los Almogávares, desde luego no pienso modificar
sustancialmente solo añadir detalles de personajes y añadir fechas y arreglar los
errores de escribir las fechas en números romanos que parece que el autor del artículo
no los domina mucho pero en fin a lo que vamos.
Los
almogávares fueron los soldados más temibles de la época. Provenían de las serranías
ibéricas y de los valles del Pirineo (es decir de los Pirineos y los condados
catalanes). La gran mayoría de estos “Guerreros españoles” (no podían ser
españoles porque no existía España como tal) así que solo eran catalanes, Los almogávares, en
ocasiones también llamados peones y hombres de campo, fueron unas
tropas de choque, espionaje y guerrilla presentes en todos los reinos
cristianos de la Península Ibérica durante la invasión musulmana , formados
principalmente por infantería ligera y especialmente conocidos por el activo
papel que jugaron en el Mediterráneo, aquellos mercenarios procedentes de la corona de Aragón entre los siglos XIII y XIV (
no en los siglos XVII y XIX como dice el artículo de LD). Luchaban como
mercenarios a favor del que les pagaba más.
Estos soldados
se convirtieron en una auténtica pesadilla para los habitantes de los Balcanes.
Tal huella dejaron sus saqueos y asesinatos en esta región, que aun hoy en algunos
países los "mercenarios
catalanes" son sinónimo de "monstruos". Así pues, en albanés
la palabra catalán significa
"un monstruo, un hombre malvado" e incluso se utiliza para asustar a
los niños. En otras regiones de los Balcanes todavía se emplea la frase "que la venganza catalana te
alcance". ¿Qué hay detrás de esta historia? ¿Qué hicieron exactamente
estos mercenarios?
En 1261 Miguel
VIII Paleólogo consiguió restaurar al Imperio Bizantino tras derrotar a los
latinos que habían controlado el antiguo imperio desde 1204. Sin embargo, ante
la vulnerabilidad de su imperio, que estaba amenazado tanto por los latinos y
los sicilianos del occidente, así como por las invasiones otomanas de Asia,
Miguel VIII se vio obligado a buscar la protección del papa Gregorio X. Así
pues, tras el Segundo Concilio de Lyon de 1275, el emperador hizo una concesión
importante al papa al reconocer e imponer la autoridad del catolicismo sobre la
Iglesia Ortodoxa en todos los territorios bizantinos.
Sin embargo,
la mayoría de los monjes de Athos no aceptaron la unión de las dos iglesias
cristianas. Por ello, los representantes del papa en el Imperio Bizantino
enviaron al monte de Athos a mercenarios
catalanes, que tenían la misión de "convencer" a los frailes como
fuera. Los mercenarios saquearon algunos
de los monasterios hasta llegar al de Zografou. A pesar de las amenazas de los catalanes, los 26 religiosos de
Zografou se negaron a aceptar la autoridad del Papa Entonces, los mercenarios,
ante la imposibilidad de someter a los monjes, los quemaron vivos en una de las
torres del monasterio
Sin embargo,
uno de los religiosos, Partenio, consiguió escapar del terror y contar esta
tragedia, que quedaría en la historia del mundo ortodoxo como la del heroísmo
de los 26 mártires que defendieron su fe a pesar de la "extrema crueldad"
de los "mercenarios
catalanes". No terminaron aquí las furias almogávares. Por otro lado,
los monjes del monasterio de Ivirón fueron ahogados en el mar, mientras que los más jóvenes de ellos
fueron vendidos como eslavos en Italia. En el monasterio del Vatopediou, estos
mercenarios asesinaron a los ancianos que vivían allí, y luego ahorcaron a sus
monjes en el bosque cercano, que sería conocido a partir de aquella tragedia
como "el bosque de los ahorcados".
Unos treinta
años más tarde, la decadencia del Imperio Bizantino ya era más que evidente,
sobre todo, por su incapacidad de defender sus territorios de las cada vez más
peligrosas invasiones otomanas. Entonces, en su intento desesperado por salvar
a su imperio, Andrónico II Paleólogo, hijo de Miguel VIII, contrató de nuevo los
servicios de los temibles mercenarios
catalanes cuyo líder era Roger de Flor, un antiguo templario. De Flor y su
ejército lograron derrotar a los otomanos en varias ocasiones, las que serían
las primeras y únicas victorias contra los poderosos musulmanes de Asia.
Sin embargo,
el emperador bizantino no sólo no pagó a los mercenarios lo acordado sino que
también ordenó el asesinato de su líder. Entonces, los almogávares emprendieron
la llamada "venganza catalana":
se dividieron en bandos y saquearon todos los territorios bizantinos por los
que pasaron. Los guerreros ni siquiera tuvieron piedad de mujeres y niños
inocentes. El monte Athos tampoco se salvó de la invasión. Una gran parte de
sus monasterios fueron destruidos por los catalanes,
mientras que muchos de los monjes fueron asesinados. Cronistas bizantinos, como
Nikiforos Grigoras, aseguran que el terror de los mercenarios sobre los
monasterios duró tres años (1307-1309) hasta que Jaime II de Aragón (1267-1327), el Justo que fue rey de Aragón,
de Valencia y conde de Barcelona, y rey de Sicilia entre 1285 y 1302 interviniera
para poner fin al asedio
El diario
finaliza el artículo de la siguiente manera: Artur Mas se siente heredero del
pasado medieval por esta razón durante siglos los españoles de Cataluña han
tenido prohibida la entrada a los monasterios del Monte Athos. Esta situación
cambiaría en 2005 cuando la Generalidad decidió invertir 240.000 euros en la
restauración del monasterio del Vatopediou en un intento de asumir la
responsabilidad por el pasado medieval.
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