Demasiado vieja,
demasiado gastada, demasiado trucada, demasiado tonta, demasiado desengañada,
demasiado usada, demasiado ineficaz. Demasiados calificativos poco
enaltecedores se pueden aplicar a la situación actual, del mejor de los
regímenes políticos de todos los tiempos, y digo bien, porque la democracia es
casi tan vieja como la historia del hombre con historia.
Luego no es
denostarla adjetivándola con sus defectos, es que es inevitable que los tenga
por varios motivos, uno por vieja, y otro el más importante porque por su modo
de ser concebida para dar la libertad absoluta, de ser y hacer a la humanidad,
esta ha abusado de la misma, y la ha ensuciado con acciones que no son
precisamente democráticas, me refiero por ejemplo a la tiranía que la economía
ejerce sobre la política, la que la religión infringe a los que creen fanáticamente
en ella sea cual sea su credo, en la ambición de los políticos que anteponen su
propia razón a la de los demás, etc.
Hoy tenemos un nuevo
ejemplo de la ineficacia de la actual democracia, todos estamos leyendo la
noticia esperanzadora de que al parecer Francia y Alemania se han puesto de
acuerdo, yo diría que por fin, en que hay que actuar y deprisa para salvar el
euro y con ello a la unión europea. ¿Muy bien no?, pues no, ya estamos otra vez
en lo mismo, no es democrático que dos países de 17, se dispongan a debatir una
cosa tan importante como el futuro económico de más de trescientos millones de
personas, sin su consentimiento y aprobación. Y sin embargo y como demostración
de mi teoría, gracias a dios que lo hacen, porque esperar a poner de acuerdo a
los otros 15 para decidir algo, es una pérdida de tiempo que la sociedad
europea no se puede permitir.
Entonces que hacer,
pues lo que acabo de escribir parece un contrasentido, pues si es un
contrasentido absoluto, lo que indica que hay que redefinir las formas de
administrar la democracia moderna, hay que redefinir en si la propia
democracia, hay que poner unas bases unos límites y unas leyes de
comportamientos, sobre todo políticos nuevos, reconducir la libertad desbocada a
la que nos ha traído la democracia nacida en una época, que nada tiene que ver
con una sociedad de casi 2000 millones de seres democráticos actual. No se
puede combatir con la lenta democracia occidental, la especulación financiera,
la información sesgada y mal intencionada que corre a velocidad de la luz por la
red de comunicaciones mundial, las malas praxis de la gestión política amparada
en la libertad del ejercicio político, los problemas de la globalización en la
que se mueven todas las diversas formas de políticas, desde la demócrata a la más
absoluta tiranía.
Las reacciones demócratas
son demasiado lentas e imprecisas, sin embargo los ataques de todo tipo contra
los demócratas son virulentos y rápidos como rayos, así nos encontramos
desbordados una y otra vez, mientras nos ponemos de acuerdo y nos convencemos
de que hay que atajar la deuda de los países por ejemplo, los mercados la han
multiplicado por dos, nos han rebajado nuestra solvencia, han arruinado nuestro
estado del bienestar, hoy compatriotas europeos el mundo al que hace 25 años dominábamos,
nos puede comprar enteros así de claro y duro, y si no lo hacen es porque saben
que esperando no les hará falta ni comprarnos, simplemente nos embargaran a
coste cero.
Hay que empezar ya
sin más dilación a reconstruir nuestro sistema político y económico, tenemos
que enfrentarnos a monstruosos bloques económicos y políticos con sociedades de
cientos de millones que los mueven a golpe de una sola decisión, y las más de
las veces ni siquiera se enteran. Ante esta realidad que oponemos nosotros,
dudas, culpas, indefiniciones, consultas, pareceres, opiniones, votaciones, organismos
funcionariales, no es difícil de comprender que el resultado sea nuestra ruina generacional,
y económica. Y yo les auguro una profecía después de la ruina económica y de la
sociedad, viene la anarquía o la dictadura de la propia sociedad así que nosotros mismos.
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