sábado, 31 de marzo de 2012

CUIDADO CON LA IMAGEN DE CATALUNYA QUE SE QUIERE OFRECER


La mayoría de cabeceras de la prensa internacional ilustró ayer en portada la información sobre la huelga general en España, con las escenas de violencia urbana de Barcelona, especialmente los destrozos ante la sede del mercado de valores de Barcelona. Los disturbios alcanzaron tal magnitud, que el gobierno de la Generalitat de Catalunya ha declarado que deberá tomar medidas excepcionales para sofocar las guerrillas callejeras que arremeten contra todo en la capital barcelonesa, neutralizar el fenómeno de la guerrilla urbana mediante un plan con medidas políticas, legales y judiciales.

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, declaró  y prometió impulsar cambios en el Código Penal y el endurecimiento de las multas contra los autores de los actos vandálicos del jueves. La vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, preocupada principalmente por la imagen del país en el exterior, se apresuró a relativizar el conflicto. "Esas imágenes de violencia no son de la sociedad española", es decir se mire por donde se mire, poco más o menos la vicepresidenta española declaraba que los alborotadores e incívicos guerrilleros urbanos que actuaron en Barcelona, no eran españoles, es fácil deducir por sus palabras que eran catalanes en estado salvaje.

Grupos anti sistema infiltrados en la multitudinaria manifestación contra la reforma laboral, aterrorizaron el centro de la ciudad. Atacaron comercios y oficinas, arrasaron el mobiliario urbano, quemaron 300 contenedores. No fue una ofensiva improvisada, ni se trataba de grupúsculos incontrolados. La Conselleria d'Interior ha registrado la existencia de un movimiento organizado en Barcelona y alrededores, que ha crecido últimamente hasta alcanzar unos dos mil miembros, que actúan en grupos de veinte, y que suelen utilizar instrumentos contundentes para provocar los destrozos y atacar a la policía.

Planteado el hecho desgraciado, uno no cree que esto surja así de manera espontanea y  que por cuestiones del azar, se haya escogido Barcelona para instalar las salvajes hordas de facinerosos revienta todo que actúan con un estilo muy definido en las formas de actuar las de hordas nacionalistas de extrema derecha, solo queda explicar porque se escoge Barcelona y no otra ciudad, principalmente en este caso Madrid, que hubiese sido lo lógico, ya que se trataba de una huelga básicamente contra la acción del gobierno de la nación, que como todo el mundo conoce su sede está en la capital, pero no lo que interesaba e interesa, es perjudicar la imagen de Catalunya frente al mundo y hacer ver que en el resto de España todo es paz y cordura, en contraposición con los salvajes nacionalistas e independentistas catalanes.

Ya es la segunda vez en pocos días que los movimientos sindicalistas se lanzan a desestabilizar el buen hacer y el buen nombre de Barcelona, y en consecuencia el de Catalunya, recordemos la triste imagen de los incidentes durante el congreso mundial del móvil, en que también se armo una gorda a los ojos de toda la ingente cantidad de personas venidas de fuera de nuestras fronteras para tal evento. Estas actuaciones no son casuales ni decididas por un grupo de descerebrados, esta nueva forma de desprestigiar a una sociedad a sus actos y a su fuerza, está perfectamente planificada y calculada.

Recordemos también la triste acción del desalojo de la plantada en la plaza de Catalunya, del grupo de Indignados movimiento que nació en la Plaza del Sol de Madrid, pero que se trajeron las bofetadas y los disturbios a Barcelona, y así una y otra vez, es una forma de decir al mundo cuidado con los catalanes son unos incontrolados, acto seguido se añadirá, que el gobierno central tendrá que intervenir en dominar esta situación tan peligrosa y desestabilizadora para toda España, habrá que centralizar la seguridad nacional en el estado central, al igual como se propone controlar y centralizar la economía, la educación, la sanidad, el comercio, porque las  CCAA son un problema etc. etc.

El PP fue el primero en exigir públicamente ayer, la comparecencia en el Parlament del conseller de Interior para que dé explicaciones de lo ocurrido. A su juicio, los mecanismos de prevención fallaron estrepitosamente. Alberto Fernández Díaz marcó distancias con la condena general, y defendió aplicar las mismas normas de la kale borroka, es decir la legislación antiterrorista. También los grupos de izquierda exigieron la comparecencia del conseller, al que criticaron el despliegue policial y la represión de manifestantes no violentos y la falta de previsión. Ya lo ven unos nos quieren convertir en terroristas y aplicar la guerra de guerrillas en nuestra ciudad, y los otros de enfrente todo lo contrario de lo que quiere la derecha, al parecer para ellos estos movimientos organizados son unos pobrecitos desamparados que sufren el acoso de la policía autónoma catalana.

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