Es inaudito
lo que está sucediendo en la sociedad occidental, basada principalmente en la
teoría democrática para la gobernabilidad de su sociedad, el transcurso de los
años ha deformado la verdadera esencia de la democracia y o mucho me equivoco o
estamos a un paso de que se transforme en un liberalismo absoluto, completamente
ingobernable.
En
los últimos siglos. Se ha pasado por varios estadios de democracia. La
democracia liberal, un tipo genérico de Estado surgido de la independencia
de los EEUU de 1776 y luego más o menos generalizado en las republicas y monarquías
constitucionales que emergieron de los procesos de emancipación o
revolucionarios contra las monarquías absolutas y establecieron sistemas de
gobierno en los que la población puede votar y ser votada, para ir modelándose
hacia la más moderna socialdemocracia que surgió a finales del siglo
diecinueve.
La socialdemocracia, es una versión de
la democracia en la que se recurre a la regulación estatal y a la creación de
programas y organizaciones patrocinados por el Estado, para atenuar o eliminar
las desigualdades e injusticias sociales que, según consideran sus defensores,
no contemplaba la democracia fundamental que se centraba más en la economía
libre de mercado y el capitalismo. La socialdemocracia se apoya básicamente en
el sufragio universal, la noción de justicia social, y un tipo de estado
denominado u orientado como un Estado de Bienestar.
Yo creo que
esta evolución era casi natural porque el crecimiento de la humanidad obligaba
cada vez más a protegerla, se gobernaba para mas pobres que ricos, para mas obreros que empresarios, y los políticos que siempre
buscan complacer a sus votantes, tenían que ir modelando la base fundamental de
la democracia inicial. No obstante estas variables se han desbordado de tal
manera, que ya la sociedad se ha vuelto prácticamente ingobernable y esto da
que pensar.
La primera
reflexión es que el sistema se ha dotado de demasiados políticos, y como
consecuencia de muchas variables políticas, y como no de la abundancia de
cargos y funciones, el político se ha convertido ya en una clase social y
profesional, cuantos miles de políticos hay en España por ejemplo, no creo
equivocarme si los cifro en más de 1.500,000 (políticos activos, oposición,
retirados, ejecutivos de partidos, militantes de carnet, alcaldes, concejales,
etc.). Esto trae una primera consecuencia, y es que en contra de lo normal en la
cantidad precisamente no se encuentra la calidad si no todo lo contrario, y así
es fácil que surjan personajes indeseables en más o menos grado. Al fin y al
cabo, el político no es más que la representación de la sociedad de la que nace
o se hace.
Como
consecuencia de la gran apertura de libertad social que preconiza la nueva
democracia, se multiplican casi indefinidamente las teorías políticas o
ideológicas de la sociedad, las cuales no
encuentran otra forma de canalizarse que la inclusión en la política general,
consiguiendo con ello enmarañar la posibilidad de tomar un camino recto y claro
de gobierno y objetivos generales, ahora hay que complacer casi uno por uno,
los deseos i ansias de “libertad de cada individuo” así podemos ver que se crean democracias ecologistas, democracias
nacionalistas, democracias de extremo derechas, democracias de derechas,
democracias de centro derecha y centro izquierdas, democracias de izquierdas, democracias
de extrema izquierda, y dentro de cada apartado multitud de variables casi ya
unipersonales.
Con esta
disparidad reconózcanlo es imposible gobernarnos, y esto es lo que está matando
nuestra propia libertad aunque parezca un contrasentido, pero ha llegado a tal
extremo la situación, que un individuo ya no tiene espacio para ser él, para
pensar por sí mismo, para hacer lo que él quiera hacer con su vida, y como se
ve atacado por infinidad de tendencias, de incomprensiones, e injerencias, se
ve obligado o a tomar partido por alguna u otra forma existente, lo que automáticamente le coarta
su libertad lo cual le conduce a dos posturas: se adapta y engrosa una
tendencia, o se monta su propio espacio y ya tenemos otro partido político, o
movimiento alternativo, o cualquier otra forma de subterfugio que complica una
y otra vez la convivencia en sociedad.
Hoy me
atrevo a decir que la sociedad no es libre se mire por donde se mire, todos
estamos obligados a tomar partido por algo, en lugar de dedicarnos a vivir
nuestra propia vida, dentro de un marco y un orden amplio y sencillo, en que
unos por sentimiento y derecho se hayan
ganado la obligación de gobernar a toda la sociedad, para que esta realmente se
sienta libre para planificar su sistema de vida propio, dentro del más
escrupuloso respeto a la vida y sentimientos del otro.
Si no se
restaura la vieja democracia adecuándola a la situación actual, la política, la
democracia actual, no tiene salida, esta tan contaminada que está a punto de
perder todo su valor como elemento generador de libertad, de respetabilidad, y
de concienciación de los derechos humanos. Si no conseguimos volver a sentir la confianza, de que el sistema vela
por mí y mi entorno, y que yo me puedo dedicar a vivir mi vida, francamente no
valdrá la pena vivirla.
Hay que
decidir si hay que luchar por esto o ya no vale la pena, y si es la segunda
opción la que escogemos, sentémonos a esperar a que las otras formas de
sociedades que existen en nuestro mundo, nos pasen por encima destruyendo nuestro
modo de vida, basado en aquel “estado del bienestar” que la democracia inicial
nos ofrecía.
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