En los momentos previos
de que terminen las elecciones de Francia y de Grecia que como resultado pueden
dar o giro a la política económica de Europa e incluso romper la propia estabilidad de la unión, quiero
remarcar el gran error que nos ha traído hasta aquí. La economía es sin duda
alguna uno de los motores de la Democracia, al igual que la libertad, la
justicia, la política etc. No quiero entrar en su calificación respecto a qué
orden de importancia tiene en referencia a otros conceptos y valores que la
democracia conlleva, pero lo que sí está claro es que a mayor economía menos
democracia y por consiguiente menos libertades
Los valores democráticos,
conllevan la obligación de atender a la sociedad en todos los aspectos de la
vida humana, salud, justicia, seguridad, equilibrio social, etc. Y es evidente
que todo esto comporta gastos pecuniarios a los que la sociedad democrática
debe de hacer frente, y es la sociedad la que debe elegir la forma de hacerlo, de
lo contrario si no es la sociedad, si no el estado el que los elige y
proporciona este deja de ser democrático para pasar a ser autocrático o si me
apuran dictatorial.
Así es imprescindible
una buena economía, para tener una buena democracia, no necesariamente el
problema es que últimamente se ha confundido la economía con el simple hecho de
hacer dinero cuanto más y más rápido mejor, y esta desviación es la que nos ha
traído hasta la debacle actual. La economía más que una ciencia es una
definición de hechos económicos valga la redundancia, comprar, vender, pagar,
invertir depositar o guardar, prestar, etc. todo esto y más, se rige por unas
normas o leyes que la sociedad las llama economía.
El problema como decía ha venido cuando la economía básica y general, paso a
ser secuestrada por una de sus ramas de aplicación la financiera mejor llamarla por la definición de Ingeniería
financiera.
Esta forma de aplicación
de la economía, conlleva consigo la des humanización de la gestión de la
economía, hecho que la convierte en un elemento perturbador para el desarrollo
de la sociedad democrática, basada en la obtención del beneficios económicos
por medio de la retribución del trabajo y/o de la comercialización del mismo,
basándose en productos y servicios proporcionados y retribuidos por la propia
sociedad a la vez consumidora y productora. Pasando a ser una economía que solo
emplea el dinero como elemento de transacción y negociación, sin que este
traiga consigo ningún elemento tangible ni de creación de riqueza adicional, ya
que el dinero ni fabrica ni reproduce nada material, simplemente cifras sobre
un papel.
Ahora nos hemos dado
cuenta por fin del desastre que hemos ocasionado a la sociedad occidental al
desprendernos de las raíces productoras de bienes de consumo, para pasar a
realizar únicamente gestiones e iniciativas financieras, que hoy se ven ya como
posibles ilegalidades sociales. Ahora hay que volver hacia atrás lo más rápidamente
posible, de lo contrario la economía financiera hará explotar como ya casi lo
está haciendo, la convivencia social y llevara a la democracia a sucumbir en
manos del primer demagogo que proponga destruir la democracia capitalista que
es en definitiva la nuestra pero que a la vez nos ha traído la ruina.
Para conseguir esto hay
que hacer pagar a la industria financiera su pecado, no hay otra forma, solamente
desde la economía basada en el trabajo social, no se puede cambiar la situación,
porque no hay recursos posibles, todos los recursos están escritos en unas
cifras sobre papel o discos duros de grandes ordenadores, pero no son
tangibles, estos intangibles, no pueden ponerse encima de una mesa para que
alguien los coja y cree una Empresa para fabricar lo que sea, que luego se
pueda vender y se pueda conseguir dinero y no números para volver a comprar, y así
la sociedad con sus impuestos sobre su trabajo y su consumo, aporta el crecimiento
económico a su estado quien deberá revertirlos al bien estar a toda la sociedad.
Hay que descabalgar al
mundo financiero como forma de castigo por su avaricia y descontrol, de lo
contrario no llegaremos a ninguna parte, es imposible que la economía del
trabajo por llamarla de alguna manera concreta, pueda compensar los números
ficticios e irreales que dan volumen a unas deudas y déficits insostenibles e
irrecuperables, a no ser claro está, que se sigan replicando cifras sobre un
papel o sobre los discos duros de los ordenadores de bancos e instituciones
financieras, hasta que reventemos.
Desgraciadamente hoy se puede
iniciar una revolución de gran importancia con el cambio de roles y de líderes
políticos, pero desgraciadamente solo han comprendido una parte de lo que hace
daño a sus naciones, el gasto que no pueden pagar, porque han des localizado
sus fuentes de ingresos reales, es decir su industria básica, pero en ningún
caso he leído que tengan claro que esto se ha ocasionado por culpa de la
industria financiera, fabricante de nada y creadora de una enorme bola de
deudas y déficits insostenibles e impagables por la o el trabajo de la
sociedad.
Hay que dar un paso
durísimo de hacer, al igual que la sociedad ha perdido gran parte de su bien
estar y su riqueza, los estados deben obligar a cuadrar los números financieros
borrando de los papeles y discos duros, todas las ingentes cantidades que se
han multiplicado sin tener detrás respaldo tangible alguno, es decir lo que no
puede ser es que la sociedad pague por algo que no existe, y que no le aporta
valor alguno para su vida y que no lo ha ocasionado ella.
Hay que poner en metálico
los números ficticios y especulativos, y luego poner esta ingente cantidad de
dinero resultante, en manos de los gobiernos quienes deberían empezar a crear
trabajo real en, obras de estructuras civiles, en arrancar de nuevo factorías y
producciones que dejaron de ser rentables a la industria privada, es decir hay
que volver hacia atrás, en parte hay que restablecer la industria y también la
economía de rango estatal y publica, usando para ello el nuevo dinero que habrá
que fabricar para cuadrar los números financieros de las economías europeas y
nacionales, transformándolo en carreteras, líneas férreas, barcos, ingeniería e
investigación, desarrollo de plantas energéticas, etc.
Todo aquello que no le
sea posible arrancar a la inversión privada, por su elevado coste o por sus
escasos beneficios, y también procurando no generar una competencia entre ambas
economías la pública y la privada. Si no se hace así y se sigue por el camino
de los recortes, la sociedad civil se morirá porque esta esquilmada por completo
y no puede de ninguna manera restablecer por sí sola el equilibrio económico
perdido.
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