jueves, 24 de julio de 2014

EL CATALAN QUE SE FUE AL NORTE Y VIENE PARA DECIRNOS QUE ES UN FRANCES REPUBLICANO


Empieza mal, habla mejor en catalán que en castellano, lo que tiene toda su lógica porque era la lengua de sus padres. Manuel Valls, primer ministro francés, ha hecho una visita a España de menos de 24 horas. Entre la entrevista con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder del PSOE, Pedro Sánchez, se reunió en la residencia del embajador con un grupo de directores de diarios. Valls, a quien le gusta subrayar que es un francés de Barcelona. Sigue rematadamente mal para presentarse ante la corte española pero él como francés no lo entiende ya lo aprenderá.

Durante el encuentro, habló de su programa de reformas, de los problemas de Europa, de las relaciones con España. Y no rehusó referirse a Catalunya, aunque a la tercera pregunta comentó por lo bajo que tenía la sensación de hacerlo en demasía. Valls estuvo prudente, pero al mismo tiempo locuaz. Y eso que se pasó la mañana respondiendo preguntas al Gobierno en su comparecencia ante la Asamblea Nacional francesa.

El primer ministro francés se definió como patriota no nacionalista -citó al escritor Romain Gary cuando dijo que el patriotismo es amar a los suyos y el nacionalismo es negar a los otros- una cita absurda porque no es cierto, en su generalidad el nacionalista ama su nacionalidad y respeta de igual forma a todas las demás nacionalidades que sean capaces de convivir pacíficamente y sin intención de imponerse a las demás, cosa que ni el nacionalismo francés ni el español reconocen que hacen ellos.
Converso de Catalunya en su encuentro de una hora con Rajoy. Para añadir que coincidían en que "si los estados se dividen, Europa se va a debilitar, y nosotros lo que queremos es una España fuerte". Esto Monsieur Valls no es absoluto debería saber usted que hay muchas opiniones que favorecen la idea que una europa de los pueblos o las regiones (no de las Naciones) seria mas fuerte más ágil y más unida sobre todo esto último, mas unida porque en núcleos de gobierno y poder más reducidos, seria más necesario un poder y una institución centralizada fuerte, así que no se haga usted el francés que se le ve la “grandeur”.

Insistió en que no es imaginable separarse de un país sin que ello no suponga consecuencias económicas, y que, si esto llegara a ocurrir, tendría efectos en Catalunya, España y Europa. Y todavía señaló que este desafío -utilizó ese término- se ve en la UE con mucha preocupación.

Se sintió más cómodo Manuel Valls conversando de las reformas económicas. No tuvo ningún reparo en aseverar que Francia ha perdido mucho tiempo, pues ha vivido en los últimos 30 años por encima de sus posibilidades. Así que considera prioritario reformar seriamente el país.

Para ello ha asegurado que recortará 50.000 millones de euros en los próximos dos años, incentivará a las empresas para que creen empleo, invertirá en la mejora de la educación y reducirá impuestos a los que menos ganan. Eso sí,      congelara salarios y pensiones (es decir se equivocara como lo ha hecho España, Grecia, e Italia, a favor de Alemania que cada vez se separara mas del conjunto de la UE), pero esa medida no afectará a los que menos ingresan. Fía mucho a la disminución de las Administraciones -se acaba de aprobar la reducción de las regiones de 22 á 12 -, de tal modo que supondrá un adelgazamiento del peso del Estado y eliminación de burocracia esto al Sr, Rajoy le ponía los dientes largos.

Valls es un convencido defensor de la necesidad de los partidos tradicionales de reinventarse si no quieren acabar desapareciendo de la escena pública. Le interesan poco las etiquetas, aunque recordó que de joven, cuando apoyaba a Michel Rocard, le llamaban socialdemócrata a modo de insulto. De todos modos, dijo que la izquierda -pero también la derecha- tienen que cambiar de arriba abajo. Y bromeó recordando a François Mitterrand cuando declaró que el centro no existe, que en realidad forma parte de la derecha. En cualquier caso, se definió de izquierdas y mostró su preocupación porque los socialistas nunca habían repetido mandato en la V República, como si los electores los prefirieran en pequeñas dosis.

El jefe de Gobierno francés quiso hablar de identidad, como especial preocupación en esta hora que vive su país. "Ser francés no es una cuestión de nacimiento, sino un forma de compartir una comunidad de valores", definió con rotundidad. Y se puso como ejemplo de alguien que había nacido en Barcelona pero sentía profundamente los valores republicanos, y por tanto se consideraba esencialmente francés si porque si hubiese seguido en Barcelona sus profundos sentimientos republicanos no le hubiesen sido permitidos verdad Sr. Rajoy.

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