La economía es sin duda alguna uno de los
motores de la Democracia, al igual que la libertad, la justicia, la política
etc. No quiero entrar en su calificación respecto a qué orden de importancia
tiene en referencia a otros conceptos y valores que la democracia conlleva,
pero lo que sí está claro es que a menor economía menos democracia y por
consiguiente menos libertades, y curiosamente ahora nos damos cuenta que lo
mismo sucede en el otro extremo a mayor economía también hay menos democracia y
libertad por los desequilibrios sociales que se producen, así que la conclusión
es clara, hay que estar en el punto medio.
Los valores democráticos, conllevan la
obligación de atender a la sociedad en todos los aspectos de la vida humana,
salud, justicia, seguridad, equilibrio social, etc. Y es evidente que todo esto
comporta gastos pecuniarios a los que la sociedad democrática debe de hacer
frente, y es la sociedad la que debe elegir la forma de hacerlo, de lo
contrario, si no es la sociedad, si no el estado el que los elige y proporciona
este deja de ser democrático, para pasar a ser autocrático o si me apuran
dictatorial.
Entonces ¿Es imprescindible una buena
economía para tener una buena democracia?, no necesariamente, el problema es
que últimamente se ha confundido la economía con el simple hecho de hacer
dinero, cuanto más y más rápido mejor, y esta desviación es la que nos ha
traído hasta la debacle actual. La economía más que una ciencia es una técnica
para la definición de hechos económicos valga la redundancia: comprar, vender,
pagar, invertir depositar o guardar, prestar, etc. todo esto y más, se rige por
unas normas o leyes que la sociedad las conoce como economícas. El problema como decía ha venido cuando la economía
básica y general, paso a ser secuestrada por una de sus ramas de aplicación la financiera.
Esta parte de la economía, conlleva
consigo la des humanización de la gestión de la propia economía, hecho que la
convierte en un elemento perturbador para el desarrollo de la sociedad
democrática, basada en la obtención del beneficios económicos por medio de la
retribución del trabajo y/o de la comercialización del mismo, transformado en
productos y servicios proporcionados y retribuidos por la propia sociedad a la
vez consumidora y productora. Pasando a ser una economía que solo emplea el
dinero como elemento de transacción y negociación, sin que este traiga consigo
ningún elemento tangible ni de creación de riqueza adicional, ya que el dinero
ni fabrica ni reproduce nada material, simplemente cifras sobre un papel.
Ahora nos hemos dado cuenta por fin del
desastre que hemos ocasionado a la sociedad occidental al desprendernos de las
raíces productoras de bienes de consumo, para pasar a realizar únicamente
gestiones e iniciativas financieras, que hoy se ven ya como posibles
ilegalidades sociales. Ahora hay que volver hacia atrás lo más rápidamente
posible, de lo contrario la economía financiera hará explotar como ya casi lo
está haciendo, la convivencia social y llevara a la democracia a sucumbir en
manos del primer demagogo que proponga destruir la democracia capitalista que
es en definitiva la nuestra pero que a la vez nos ha traído la ruina.
Para conseguir esto hay que hacer pagar a
la “industria financiera” su pecado, no hay otra forma, solamente desde la
economía basada en el trabajo, no se puede cambiar la situación, porque no hay
recursos posibles, todos los recursos que el mundo maneja no están en forma tangible,
están escritos en unas cifras sobre papel o discos duros de grandes
ordenadores, pero no son tangibles, estos intangibles, no pueden ponerse encima
de una mesa para que alguien los coja y cree una Empresa para fabricar lo que
sea, y que luego se pueda vender y se pueda conseguir dinero u otros productos y
no solo números, y así la sociedad con sus impuestos sobre su poco trabajo y su
escaso consumo, debe aportar el crecimiento económico a su estado quien deberá
revertirlos en el bien estar a toda la sociedad, esto como estamos viendo, es
hoy imposible.
Hay que descabalgar al mundo financiero
como forma de castigo por su avaricia y descontrol, de lo contrario no
llegaremos a ninguna parte, es imposible que la economía del trabajo por
llamarla de alguna manera concreta, pueda compensar los números ficticios e
irreales que dan volumen a unas deudas y déficits insostenibles e
irrecuperables, a no ser claro está, que se sigan replicando cifras sobre un
papel o sobre los discos duros de los ordenadores de bancos e instituciones
financieras, hasta que reventemos.
Hoy se empieza a hablar de reactivar la economía
y debe hacerse ya o de lo contrario se puede iniciar una revolución social de
gran envergadura, solo cambio de actitudes de los líderes políticos pueden iniciar el
cambio económico real, pero desgraciadamente muchos de estos líderes solo han
comprendido una parte de lo que hace daño a sus naciones: el gasto que no pueden pagar, pero ven porque les pasa y es fácil de
verlo los países mas desequilibrados más pobres y con más peligro de rebelión social,
lo son porque han des localizado o no tienen fuentes de ingresos reales, es
decir industria básica, pero en ningún caso he leído que tengan claro que esto
se ha ocasionado por culpa de su ignorancia y de la industria financiera,
fabricante de nada y creadora de una enorme bola de deudas y déficits
insostenibles e impagables.
Hay que dar un paso durísimo de dar, al
igual que la sociedad ha perdido gran parte de su bien estar y su riqueza, los
estados deben obligar a cuadrar los números financieros con los valores
tangibles, borrando de los papeles y discos duros, todas las ingentes cantidades
que se han multiplicado sin tener detrás respaldo material alguno, es decir lo
que no puede ser, es que la sociedad pague por algo que no existe, y que no le aporta
valor alguno para su vida y que además no lo ha ocasionado ella. Hay que poner
en metálico los números ficticios y especulativos, y luego poner esta ingente
cantidad de dinero resultante, en manos de los gobiernos quienes deberían
empezar a crear trabajo real en, obras de estructuras civiles, en arrancar de
nuevo factorías y producciones que dejaron de ser rentables a la industria
privada.
Es decir hay que volver hacia atrás, en
parte hay que restablecer la industria y también la economía de rango estatal y
publica, usando para ello el nuevo dinero que habrá que fabricar para cuadrar
los falsos números financieros de las economías europeas y nacionales,
transformándolos en carreteras, líneas férreas, barcos, ingeniería e
investigación y desarrollo, de plantas energéticas, etc. Todo aquello que no le
sea posible arrancar a la inversión privada, por su elevado coste o por sus
escasos beneficios, y también procurando no generar una competencia entre ambas
economías la pública y la privada. Si no se hace así y se sigue por el camino
de los recortes, la sociedad civil se morirá porque esta esquilmada por
completo y no puede de ninguna manera restablecer por sí sola el equilibrio
económico perdido.
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