domingo, 14 de septiembre de 2014

LAS COSAS NO PINTAN BIEN PARA LA UNION EUROPEA SI NO CAMBIA DE SITEMA POLITICO


Sea cual sea el resultado del referéndum escocés sobre la independencia, es evidente que acelerará los cambios estructurales que debe de hacer la UE. Europa está cambiando a medida que el flujo de poder se aleja o se rompe en las viejas naciones que la componen desatándose ya reacciones negativas en algunos lugares. He comentado otras veces que Europa es un continente, no una nación, y creo que este es el principal escollo con que no contaron los fundadores de la UE, quizás fue porque todavía eran pocos, quizás porque acababan de matarse a miles hacia unos años, dieron por bueno que lo mejor sería unirse, pero no lo hicieron, no nos engañemos, simplemente se juntaron. 
Un "sí" de los escoceses a separarse de Inglaterra tras 307 años de unión causará un terremoto político y abrirá el apetito por el autogobierno en Cataluña y Flandes. Si optan por el "no", el Gobierno británico ha prometido dar más poderes a Edimburgo, con probables repercusiones en Gales e Irlanda del Norte. Además de animar a Catalunya, sea como sea, el precedente de un plebiscito sobre la autodeterminación removerá algunos cimientos en el continente. Ya es evidente que el Gobierno español puede tener dificultades para aguantar la presión pública en Cataluña para impedir que esta próspera región de casi 7,5 millones de habitantes - más grande que algunos países de la UE - No vote-. 
La Guerra Fría que siguió al final de la II guerra mundial congeló el mapa de Europa durante una generación. Pero desde la caída del Muro de Berlín, han surgido nuevos estados, otros viejos han reaparecido - de forma sangrienta en los Balcanes, pacíficamente en el Báltico. En muchos países europeos, las regiones han ido ganando poder a expensas del Gobierno central, como ocurrió en España en los años 70. La globalización y la integración de la Unión Europea son en parte responsables de desatar una batalla entre fuerzas centrífugas y centrípetas que está lejos de estabilizarse. 
Países que durante siglos lucharon entre sí hoy comparten moneda, un área donde se puede viajar sin pasaporte, un mercado único con libre movimiento de ciudadanos, capital, productos y servicios y una serie de normas adoptadas conjuntamente. Pretender que esta unificación solo sea material es imposible porque detrás de cada habitante de europa hay una identidad, que no es para cada uno la misma, de la misma manera que ocurre en la UE este fenómeno ocurre también en las "naciones" que hoy la forman.  
A los nacionalistas les resulta difícil, como mostró el amplio apoyo a los partidos anti europeístas en Reino Unido, Francia, Austria y Holanda en las elecciones al Parlamento Europeo de este año. Una ex potencia imperial como Reino Unido acostumbrada a bregar con sus propios mares hoy tiene que negociar las capturas de pesca en largas negociaciones en Bruselas. Los países europeos se han convertido en lo que el diplomático británico y de la UE Robert Cooper califica de "estados posmodernos", compartiendo parte de su soberanía y esto no lo han asimilado ninguno de ellos. 
"La Unión Europea es un sistema muy desarrollado para que sea admitido por estructuras nacionales tan antiguas y que se sienten superiores muy por encima de la unidad europea las naciones deberían renunciar a su pasado para adaptarse a una verdadera UNION, cada nación o país sobre todo los más grandes consideran cada directiva europea una injerencia en los asuntos nacionales. suyos o del otro, hablemos de cervezas o de salsas", escribió Cooper en su libro de 2003 "The Breaking of Nations". Eso ha convertido las fronteras nacionales en menos importantes y planteado demandas de ciudadanos que quieren más control democrático a nivel subnacional pero ejercido por un control supranacional. 
La UE ha sido el catalizador de muchos de estos cambios, pero no siempre la solución. Un Comité Europeo de las Regiones creado en los años 90 para dar a las autoridades locales y regionales voz en Bruselas supuso únicamente añadir otra institución cara a las ya existentes en el bloque, sin poder real. "El comité de las regiones es un fracaso total. Si no eres un estado, no puedes poner tus temas en la agenda de la UE", dijo un ex representante de una de las regiones con más autonomía de Europa.  
Las grandes regiones europeas como los laender alemanes y Catalunya, mantienen oficinas del tamaño de embajadas en Bruselas para promover sus intereses, asegurar fondos de inversión de la UE y cabildear en materia de legislación. Los movimientos de independencia de Cataluña y Escocia ven la unidad europea como una forma de escapar del yugo de los gobiernos nacionales. Quieren tener su propio asiento en la mesa de la UE, recortando intermediarios en Londres y Madrid. 
La crisis económica que comenzó en 2008 ha acelerado las fuerzas de la descentralización y el regionalismo en Europa, exacerbando conflictos de recursos entre regiones ricas y más pobres. Los votantes en Escocia y quienes quieren hacerlo en Cataluña se han vuelto más separatistas en parte para protestar contra las políticas de austeridad impuestas por las élites políticas naciones a las que se critica su desconexión de los ciudadanos de a pie y los desequilibrios nacionales que esto causa. 
Esto no se arreglará hasta que las naciones, digamos vencedoras en la II Guerra mundial, no dejen de sentirse superiores unas a otras y eso solo una unión europea federal podría solucionarlo, si no se llega pronto a esta conclusión, la UE tiene los meses contados porque las presiones internas como la de Escocia y la de Catalunya, mas la intervención de Rusia en su afán de desestabilizar a la UE para ganar protagonismo en el continente europeo, acabará rompiendo por completo el frágil equilibrio político y sobre todo económico de la UE. 

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