miércoles, 9 de diciembre de 2015

ALGO SE MUEVE EN SIRIA, PERO QUIZAS SON DEMASIADOS


Al parecer parte de los grupos combatientes rebeldes, comenzaron este miércoles a evacuar el barrio de Al Waer, el último que queda en sus manos en la ciudad central siria de Homs, estos movimientos parecen ser resultado de un acuerdo con las autoridades sirias se supone del gobierno de Bachar al Assad. El gobernador de Homs, Talal al Barazi, dijo a Efe por teléfono que el primer grupo de hombres armados abandonó el distrito hace más de una hora. El responsable político subrayó que la evacuación está transcurriendo "con normalidad" y apuntó que se extenderá a lo largo del día de hoy. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos destacó que ya han salido tres grupos de Al Waer en dirección al norte, a las provincias de Hama e Idleb.

Entre los evacuados, hay combatientes del Frente al Nusra -filial siria de Al Qaeda- y de facciones simpatizantes de la organización terrorista Estado Islámico (EI). También hay unos 400 menores y mujeres que estaban atrapados en Al Waer, ubicado en el noroeste de Homs, según la ONG. El activista Mohamed Oglu, vecino de Al Waer, precisó a Efe por teléfono que la evacuación se inició a las 07.00 hora local (05.00 hora GMT) y que hasta ahora han abandonado el barrio 300 combatientes pertrechados con armas ligeras. También, han salido de la zona 160 familias, entre las que hay mujeres, menores y ancianos, indicó está fuente.

Dentro del barrio, "se respira un ambiente positivo, la gente está en la calle y se siente contenta", apuntó Oglu, quien destacó que cerca de la mitad de Al Waer está destruido por la violencia. El activista no descartó que la evacuación se prolongue varios días porque dentro de esa área hay entre 3.000 y 5.000 combatientes. Las facciones armadas y las autoridades lograron un pacto la semana pasada para pacificar ese distrito, que lleva tres años asediado.

El acuerdo contempla la liberación de prisioneros, la apertura de los accesos al barrio, la reactivación de las instituciones gubernamentales en su interior y la entrada de ayuda humanitaria. Este pacto es similar al alcanzado en mayo de 2014 entre las autoridades y los insurgentes, por el que los rebeldes se retiraron del casco antiguo de Homs, a cambio de la liberación de 70 prisioneros capturados por los opositores en las provincias de Latakia (oeste) y Alepo (norte).

Homs, que recibió el sobrenombre de la "capital de la revolución" tras el inicio de las protestas contra el régimen de Bashar al Asad en marzo de 2011, fue en los primeros tres años de la guerra una de las poblaciones sirias más castigadas por los enfrentamientos y los bombardeos, mientras esto sucede en Siria, la oposición siria, o al menos buena parte de ella, se reúne en un hotel de Riad a gastos pagados por el Gobierno de Arabia Saudí para buscar un frente común. Se trata de un paso obligado –protocolario, casi- después de la conferencia del mes pasado en Viena donde se fijó negociar con el régimen de Bashar el Asad para constituir un gobierno de transición en Siria y celebrar elecciones al cabo de 18 meses.

Pero en Riad, aunque suman más de cien delegados, no están todos los que son. Asisten los miembros de la oposición política tolerada en Damasco y los del Consejo Nacional Sirio –que se presenta como oposición en el exilio, apoyada por los saudíes-, y acuden también responsables de 15 milicias rebeldes, pero no han sido invitadas las dos fuerzas más importantes: el Frente Al Nusra ni, sobre todo, la organización político-militar kurda PYD-YPG, que ocupa una importante franja de territorio a lo largo de la frontera turca.

El Estado Islámico, desde luego, no está invitado y, a menos que pretenda atentar contra el hotel, no se le espera. En cuanto al Frente Al Nusra, el hecho de ser la rama siria de Al Qaeda le invalida para acudir a la reunión, a pesar de que se ha beneficiado en esta guerra de los apoyos de los países del Golfo y de Turquía, empeñados en derrocar a Bashar el Asad. A Riad acuden también hombres de negocios y personajes influyentes en la región.

Con estos mimbres, cualquier decisión que se tome entre hoy y mañana no estará respaldada por lo que se suele llamar “la realidad sobre el terreno”. Las milicias rebeldes, y Al Nusra también, están sufriendo los bombardeos rusos en los territorios que ocupan, en las provincias de Alepo, Idlib, Hama, Deraa… Y que van menguando: hoy mismo, unos 2.000 combatientes se están retirando del último barrio que controlaban en la ciudad de Homs, en aplicación de un acuerdo negociado con el régimen con mediación de la ONU.

Por lo que respecta a los kurdos y unas pocas milicias árabes con las que han compuesto las Fuerzas Democráticas Sirias -con el patrocinio de Estados Unidos-, al no ser invitados han decidido reunirse por su cuenta en Hasaka (Siria) como si la cita de Riad “nunca hubiera ocurrido”, según dijeron al canal Al Yazira.

¿Qué es lo que une a las facciones árabes que buscan un frente común? Únicamente, la idea de que Bashar el Asad es el gran problema. Ahora, con más urgencia, porque la intervención de Rusia ha cambiado seriamente el panorama. Aunque ni Rusia ni Irán aman tanto a El Asad como para apuntalarlo en el poder a toda costa, la fuerza de las armas va en su favor. Es más, observadores árabes creen que Washington ha dado su beneplácito a los planes rusos porque en su agenda oculta está una división de Siria a beneficio de los kurdos.

Las potencias occidentales también agradecerían una unión de la oposición político-militar siria. Por lo menos para que el primer ministro británico, David Cameron, pudiera tener razón cuando dijo que había 70.000 combatientes “moderados”, un verdadero disparate… No los hay ni nada apunta a que vaya a haberlos. El famoso Ejército Libre Sirio es residual, tanto que algunas de sus milicias están aliadas con los kurdos y otras, al contrario, las combaten al lado de islamistas radicales como Ahrar al Sham, que colabora además con Al Nusra.

Es precisamente Ahrar al Sham, reconstituida tras el asesinato de toda su plana mayor, la organización que ahora pretende ganar más peso y apoyos. Desde hace más de un año ha ido pregonando que se ha distanciado de Al Qaeda y que su agenda es más nacionalista que islamista. Junto con el Ejército del Islam y otras formaciones, ha suscrito tres documentos, entre septiembre y octubre pasados, reivindicando los principios de la revolución siria de los primeros días, exigiendo el derrocamiento del régimen de El Asad y sus instituciones, así como la expulsión del país de rusos, iraníes, el Hizbulah y otras milicias chiíes, y defendiendo la formación de un gobierno de transición nacional… Todo ello, apelando nada menos que al Consejo de Seguridad de la ONU.

¿Suena bien? Posiblemente es lo que muchos desean oír. En vísperas de la cita de Riad, Ahrar al Sham ha insistido en que hay que derrocar el régimen de Damasco y juzgar a sus miembros. Pero también ha defendido la “identidad islámica de Siria”, algo que agradará a los financiadores árabes de la guerra, incluido el anfitrión saudí. A muchos otros, no tanto, algo como ven se mueve, pero a mí me parece que se mueven demasiados y dudo que se entiendan

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