miércoles, 20 de mayo de 2015

ESPAÑA PARECE QUE QUIERE ORDENAR EL CIELO Y CATALUNYA


 
Después de que el congreso de Dinamarca votase a favor de un acuerdo amigable entre España y Catalunya para encontrar una forma de negociación para la independencia entre ambas ha entrado en el proceso catalán hasta el cielo mediante dos de sus representantes femeninas en la tierra  La monja dominica del convento de Santa Clara de Manresa Lucia Caram  no está dispuesta a callar. Tras publicar ayer 'La Vanguardia' que la embajada en España de la Santa Sede la llamó al orden. 
 
Confirmó haber recibido una carta de la Nunciatura Apostólica en Madrid que la conmina al silencio y a una mayor observancia de la vida conventual. La religiosa atribuye esa advertencia del embajador del Vaticano Renzo Fratini a presiones del Gobierno español y de grupos católicos de signo derechista. Ayer por la tarde, CiU anunció que Lucía Caram participará hoy, en el Saló del Tinell de Barcelona, en un acto público -bajo el formato de conversación-, con el presidente de la Generalitat, Artur Mas, y el alcalde de Barcelona, Xavier Trias.  
 
En declaraciones a RAC1, Caram aseguró que su discurso social "molesta al Gobierno" y puso nombre y apellidos a las supuestas presiones al Vaticano. Citó a los ministros Jorge Fernández Díaz y Cristóbal Montoro; al vicesecretario general del PP, Carlos Floriano, y al portavoz parlamentario popular, Rafael Hernando. También dijo haber recibido una amenaza de muerte días antes de la consulta soberanista catalana del 9 de noviembre del 2014.  
 
En la cadena de televisión Cuatro, Caram volvió a acusar al Gobierno de querer acallarla, lo cual provocó una nota de desmentido del Ministerio del Interior (nota que nadie se cree gracias a la buena fe del ministro). La monja también citó varios portales de internet de la derecha católica, que estarían llevando a cabo una campaña en su contra. "Si me dicen que calle, las piedras chillarán", dijo la religiosa dominica a la emisora de radio RAC1. "No cederé a las amenazas ni a los que pretenden amordazarme. El Evangelio es fuente de libertad. Hay líneas rojas que no se pueden pasar", añadió horas después en un mensaje en Twitter. Caram, impulsora de la Fundación Rosa Oriol, que atiende a 1.300 familias desfavorecidas, ha participado de forma constante en debates y programas televisivos de distinta índole.  
 
"El Gobierno se ha quejado ante la Nunciatura y el nuncio ha enviado una carta invitando a mi comunidad a que me llame al silencio", dijo a la cadena Cuatro. La comunidad de Santa Clara de Manresa está formada por un reducido grupo de monjas. Según ha podido saber este diario, la advertencia da a entender que la Santa Sede podría disponer el cierre del convento y proceder al traslado de las religiosas. Caram también confirmó que el pasado viernes fue recibida en Roma por el secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada (dicasterio romano que supervisa la actividad de las órdenes religiosas), el franciscano español José Rodríguez Carballo. La reunión fue cordial, según su versión. Tras el encuentro, Lucía Caram ha pedido audiencia al Papa Francisco.  
 
El otro caso celestial que molesta enormemente en España y que también quiere la política poner orden en los designios del supremo es el caso de Teresa Forcades ella sopesa abandonar temporalmente la vida religiosa para ser candidata a la presidencia de la Generalitat por la plataforma Procés Constituent, o con una candidatura más amplia de la izquierda soberanista, una candidatura similar a Barcelona en Comú, a escala catalana,. Anoche, en declaraciones al canal de televisión 8TV, la monja del monasterio de Sant Benet (montaña de Montserrat) explicó que no se fía de Artur Mas, por lo que no solicitará la exclaustración hasta que se hayan convocado los comicios del 27 de septiembre.  
 
El episcopado catalán ha reaccionado con extrema prudencia ante la información sobre el examen del Vaticano a la situación de las monjas Lucía Caram y Teresa Forcades. Por parte del obispado de Vic, del que depende el convento de la monja dominica Caram, se hizo constar oficialmente que "la diócesis no tiene ningún proceso abierto y no se pronuncia sobre los contactos que sor Lucía Caram ha tenido con la Nunciatura y la Santa Sede".  
 
Desde el obispado de Sant Feliu de Llobregat, en cuya diócesis está situado el monasterio de Sant Benet, es decir, la comunidad de Teresa Forcades, se comunicó que "no hay ninguna declaración de valoración sobre la actuación de sor Teresa o sobre el artículo publicado en La Vanguardia". Respecto al "indulto de exclaustración" para Teresa Forcades, el obispado informa que "la aplicación del mismo depende sólo de la madre abadesa de la comunidad y de la Santa Sede, sin que tenga ninguna jurisdicción el obispado de Sant Feliu de Llobregat".

La vida puede dar muchas vueltas, tanto a nivel personal como institucional. Es el caso de la monja benedictina Teresa Forcades, dispuesta a abandonar temporalmente el convento para encabezar una candidatura política a la presidencia de la Generalitat. Y es el caso, también, del órgano de gobierno de Catalunya, que podría volver a tener un máximo dirigente eclesiástico tras su disolución en 1714. De hecho, de los 129 presidentes de la Generalitat que se han nombrado a lo largo de la historia de la institución, 120 han sido eclesiásticos, desde el primero de ellos en 1359, Berenguer de Cruïlles, que era obispo de Girona, hasta Josep de Vilamala, sacristán de Sant Esteve de Banyoles, que ocupaba el cargo cuando el decreto del duque de Berwick abolió la institución. Es decir, Catalunya ha vivido 355 años casi seguidos con presidentes de la Generalitat religiosos. La única excepción se produjo con el conde Joan I d'Empúries en 1376. 

No obstante, las funciones que tenía la antigua Diputació del General de Catalunya eran mucho más limitadas que las competencias actuales. "Cobraba los impuestos y actuaba como garantía institucional ante el rey. No tiene nada que ver con la que se instauró con Francesc Macià, más allá de recuperar su nombre e instalarse en su palacio para mantener la continuidad histórica de Catalunya como sujeto político.

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