martes, 10 de abril de 2012

LA RECONQUISTA CABALGA DE NUEVO GUIADA POR LA “REINA” ESPERANZA



Hace unos días a presentación de los Presupuestos del Estado Español puso de manifiesto una vez más, que los gobiernos españoles no consideran España más allá de Madrid y su interés centralista. Hoy esta posición ha sido reforzada increíblemente por una figura política importante dentro de la política española, y perteneciente al partido gobernante, quien tras una reunión con el máximo mandatario de su partido, y de su gobierno, se ha manifestado claramente avasallándole su gestión, o quizás quien sabe si haciendo de bocera del cobarde personaje, dicha figura femenina por más señas es Doña Esperanza Aguirre, digna sucesora de personajes femeninos auténticos de la historia castellana, como Doña Petronila, Doña Urraca, y la mismísima Reina Isabel la Católica.

Su actitud frente a su gobierno ha sido rectificarle la plana, y plantearle la reconquista de España, esta vez no a los árabes sino a los nacionalismos españoles representados por las autonomías. Es difícil sustraerse de usar la nomenclatura genérica de España para revelarse desde Catalunya contra una situación de injusticia e incomprensión, que probablemente no es general en la sociedad española, pero que si lo es y de qué manera en la sociedad de derechas nacional española. La actitud de Doña Esperanza es increíble, ha puesto en entredicho al presidente del gobierno y por supuesto a España entera, porque desde los observadores políticos nacionales y extranjeros, la imagen de unidad del gobierno ha quedado por los suelos.

En este punto ya no es cuestión de plantearse si Cataluña debe esperar y negociar condiciones mejores para su vida en común con España, es que o rompemos las cadenas, o desaparecemos, porque ya no es la opinión de un partidario de la derecha o de un nacionalista español, pedir y hacer lo que hoy ha pedido Doña Esperanza marca el verdadero camino de España. Todos los reproches que desde la derecha española se vierten contra el sentimiento catalán, tienen su misma contrapartida en sentido contrario. Dicho de otra manera más entendible, tanta antipatía produce el ser y sentir catalán a la derecha Española, como el absolutismo y la imposición del centralismo nacional español produce en el sentimiento y ser catalán.

Es inútil seguir el camino de la política de la buena educación y la negociación, Catalunya debe tomar conciencia de que debe enfrentarse de una vez a su destino final, no hay otra alternativa, no se debe continuar enmascarando una situación tan real como irreversible en ambos sentidos. El problema principal es que la acción a tomar debe de surgir en estos momentos del débil, es decir de Catalunya, España tiene como se dice vulgarmente la sartén por el mango, pero creo que debe  de explicar porque no la suelta, porque nadie en su sano juicio, quiere tener un grupúsculo de gente que reniega, molesta, e incordia constantemente, sin una razón cualitativa y cuantitativa, que explique el porqué se la obliga a seguir molestando, máxime cuando el que produce la molestia manifiesta abiertamente no quiere seguir.

La cuestión es muy simple, porque tiene miedo España, a reconfigurarse geográficamente, que le da pavor, modificar el mapa físico de  España, o el hecho de que si empieza una separación, se rompa a trozos la unidad de España, si es esto porque y a quien le da miedo esta posibilidad, esto es tanto como reconocer que España no existe como tal unidad de sentimiento patrio, a pesar de la creencia de Doña Esperanza, sino que es un territorio mantenido artificialmente, mediante políticas integradoras forzadas y no consensuadas, que se sostiene simplemente por la presión gravitacional ejercida por un centralismo imperativo, que se ejerce desde hace siglos pero que no consigue ser integrador.

Sea lo que fuere, lo que está claro es que no será España la que tome la decisión de echarnos de su imperio por antipáticos y mal agradecidos. Esto es así y debería entenderlo toda la clase política catalana. Si hay que exigir algo, si hay que plantar cara a alguien, si hay que decir basta, o todo lo contrario. Hay que decirlo ahora porque creo sinceramente que España está en estos momentos en su más bajo momento de fuerza y de cohesión, es una cuestión que debe decidir Catalunya y su gente, y esto no se puede prorrogar mas, pues el daño que nos estamos haciendo es mucho y muy profundo, y no lo duden ante esta duda siempre sale perdiendo el más débil es decir Catalunya.

Ahora en el momento actual con la situación de precariedad que se apunta cada vez mas desde la misma Europa continental, en la que se tambalean todas las uniones relativas, debido a que afloran las grandes diferencias económicas y políticas entre los países europeos, es el momento de tomar una decisión, porque en estos momentos la afectación del problema de España sobre Catalunya es enorme, estamos a punto de ser barridos del mapa engullidos por la desastrosa economía española, y si esto ocurre definitivamente, nunca más Catalunya será diferenciada del resto de España, ni por el resto de europa, habremos sucumbido no ante un ejército imperial, sino en medio de una economía tercermundista que nos anulara para siempre, porque nunca más tendremos la mas mínima fuerza que nos permita emprender un camino independiente.

No podemos seguir así, no es justo, ni para los que nos sentimos  catalanes, ni para los que se sienten españoles, lo dije una vez y lo repito, a mi no me molestaba  ser español, lo que me molesta es que me desprecien y me quieran anular el ser catalán. Pero hoy las cosas han cambiado y mucho, hoy si me molesta y me avergüenza que me digan español, no quiero ser vasallo de Doña Esperanza Aguirre y su legítima forma de ver y sentir España, pero esta no es mi España. Por eso reclamo de mis gobernantes que es hora de tomar una decisión final y definitiva, o abandonamos el hecho nacional catalán y tomamos conciencia absoluta de ser solo españoles, o todo lo contrario, planteemos oficialmente y ante las autoridades que corresponda, la firme decisión de iniciar el proceso de secesión de nuestra pequeña Nación.

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