La semana que hoy termina ha sido especialmente adversa para España y para el Gobierno de Mariano Rajoy. En plena descomposición
financiera, han comenzado a aflorar tensiones con otros países europeos (Italia y Francia, principalmente) y de otras partes del mundo, el nombre de
España ha sido pronunciado de manera desfavorable en la Duma de Moscú, y, finalmente, como remate, el
conflicto con Argentina a propósito de
una posible nacionalización de la compañía petrolera YPF, controlada por Repsol.
Es una evidencia más de la certeza del saber popular español, donde
encontramos la definición exacta de lo que nos está sucediendo “A perro flaco todo
son pulgas” así se encuentra España en estos momentos, es increíble la
degradación moral y material tanto nacional como internacional que el PP con su
dirigente máximo al frente el Sr Mariano Rajoy, ha llevado a la escena política
y económica, a nuestra nación española.
Hay una muy inquietante diferencia entre la posición de España bajo la dirección
del PSOE, que la que hoy ofrece bajo la dirección del Partido Popular. Con el
PSOE España era un gran país que tenía una gestión económica fatal, que debía de
recomponer, y que se daba por seguro que se podía hacer, hoy con España bajo la
dirección del PP, España es una nación mentirosa, de poca confianza, que no se
abre a sus vecinos, que interioriza sus defectos, que no acepta de buen grado
las directrices que se le piden, y que además presenta una tremenda fisura
social en su sociedad, todo ello ha creado muchas más tensiones sobre la economía
europea y por supuesto en la española.
Son tensiones de distinto signo. El Gobierno de Italia está nervioso por la
subida de la prima de riesgo española, circunstancia que también empuja al alza
la suya. El Gobierno de Monti esta
enfrascado en estos momentos una delicada negociación con los sindicatos sobre
la reforma laboral, y una mayor presión de los mercados puede complicar esa
negociación. Un dato que tener en cuenta: los sindicatos italianos son más
potentes que los españoles.
En Francia, la durísima pugna electoral entre Nicolás Sarkozy y el socialista François Hollande ha empujado al presidente
francés a utilizar España como espejo electoral, de lo que no debe ser, olvidando
su buena amistad con José Luis Rodríguez Zapatero y sustituyéndola por la poca empatía
que es capaz de emanar Mariano Rajoy, su complicidad ideológica con Mariano
Rajoy en el centroderecha europeo, no es suficiente para evitar el descredito con
que Sarkozi nos obsequia. En tiempo electoral a veces vale todo, especialmente
cuando las encuestas no dan un vencedor claro. La imagen de España en el mundo
ha sufrido un sensible deterioro en los últimos meses.
La intención del Gobierno técnico italiano al mencionar a España
como causa de las últimas turbulencias financieras en Europa, no ha sido tanto
polemizar con Madrid sobre qué país es más frágil, si no como autoafirmarse
como Ejecutivo anti crisis, en el ámbito interno y hacia el exterior. El fracaso de la política conservadora y de
recortes que el PP ha implantado y que se ha demostrado incapaz de tener ningún
éxito en España, dificulta enormemente la credibilidad popular de la misma
medicina o parecida que está tratando de imponer en Italia Mario Monti.
Puede que haya faltado, eso sí, una
cierta elegancia diplomática, debido a un exceso de ardor en reivindicar
la única razón de ser del Gabinete de Mario Monti. El objetivo de la virtuosa
operación de noviembre pasado, sin pasar por las urnas, fue, en efecto, sacar a
Italia de una espiral especulativa que amenazaba con empujarla a la bancarrota.
De ahí que, por iniciativa del presidente de la República, casi todos los
partidos decidieran apoyar esta solución de emergencia.
El mayor mérito de Monti ha sido serenar los ánimos, todo lo contrario que
ha hecho Rajoy en España. Que bajase la prima de riesgo sobre la deuda, que el
Parlamento democrático y ajeno a Monti aceptara un plan de ajuste presupuestario
y el inicio de reformas estructurales, ayudó sobremanera de cara al extranjero,
su aureola de tecnócrata riguroso y austero, hábil y respetado en los despachos
de Bruselas y en los salones de Nueva York, con un inglés impecable, capaz de
responder en directo, con precisión, a las preguntas de la CNN o la BBC. Lo envolvieron
en la aureola de un salvador para Italia e incluso de Europa.
Es totalmente opuesta la consecuencia de la subida al poder en España del
gobierno del PP y de su presidente de gobierno Mariano Rajoy. Quien ha conseguido
todo lo contrario ha desequilibrado el parlamento español, ha creado su propia
gente el grito de alarma sobre el estado de las autonomías, la banca española
va de mal en peor a pesar de estar día si y día también asegurando que se esta reformando
el sistema financiero, ya nadie se lo cree, ha sufrido una huelga general que
el mismo se puede decir que pidió a gritos, su impopularidad en España ha caído
incomprensiblemente hasta en su propia gente, y lo peor, el capital nacional
privado que siempre es de derechas le ha dado la espalda.
No puede interesar en Italia ni en Francia ni en Portugal ni en toda la Europa
del Euro que renazcan los temores sobre la solvencia de España, pues está
comprobado que el contagio de percepciones en los mercados es rápido. Ya
bastante inquietud hay en las organizaciones de la CE con el incierto resultado
de las elecciones en Francia como para que el único y último gobierno democráticamente
elegido en la comunidad, el de España, este fracasando tan rotundamente hasta
tal punto que ponga en peligro toda la política de Europa, porque no se si se
han dado cuenta que en estos momentos es de derechas.
Lo que importa en Italia, su gran reto, es hacer de verdad creíbles sus
planes de reforma, empezando por la laboral, que no está clara, y traducir los
cambios en crecimiento y empleo. Monti sabe que no tiene mucho tiempo (en un
año habrá elecciones) y que pocos creen de verdad que la indomable Italia pueda
reformarse a fondo. Cualquier polémica con Rajoy que normalmente sería algo accidental y accesorio hoy es de vital
estrategia política para Italia y Europa.
Pero independientemente del reflejo más o menos internacional, el problema de
la política española puede significar el ser o no ser de España en Europa, e
incluso la propia Unión Europea, si el desastre de las directrices emanadas por
el gobierno Rajoy continúan hundiendo mas y mas a España, no será la economía española
propiamente dicha la que hundirá la Europa del Euro, sino la política española
que hará desconfiar a franceses e italianos, y que a la vista de las barbas de
tu vecino afeitar, no querrán poner las suyas a remojar y exponerse a una situación
parecida. Esta es la situación, quien podía imaginar que una España que iba a
ser la maravilla de la eficacia gracias al empuje de la política del PP, pudiese
acabar con la economía española y la Unión Europea al mismo tiempo como se
despisten.
Berlín de momento hace como que ignora la interrelación profunda de la euro
crisis, que está creando España, ya que la afecta además de políticamente, a
sus intereses financieros, los de la banca alemana por la total participación en la
fantasía inmobiliaria española. Los desequilibrios europeos internos, que con
el euro se profundizaron, la división entre un Norte industrial y un Sur de
servicios y turismo, se financió en gran parte con los capitales resultantes
del superávit exportador del Norte, para paliar su responsabilidad inventó la
peligrosa leyenda populista de un centro virtuoso y una periferia manirrota,
que amenaza directamente la cohesión europea.
Ahora todo esto España, Italia, Portugal, Francia, Alemania, Europa en
general, puede saltar por los aires gracias al desatino y el mal ejemplo que
las políticas del PP aplica en España. Es como una serpiente de fichas de dómino
si España empujada por un gobierno totalmente ineficaz y sin ideas resolutivas
la hace caer, arrastrara a todas las demás y el final puede ser épico
No hay comentarios:
Publicar un comentario