Escritores,
abogados, políticos, cineastas y economistas han suscrito un manifiesto a favor
del federalismo frente a la ola secesionista alimentada desde CiU y el Gobierno
catalán que preside Artur Mas. Los firmantes ponen de relieve
que tal apuesta soberanista puede desbordar el malestar social originado por la
crisis económica, y que los independentistas cargan ese malestar sobre su
particular idea de España.
Señores
intelectuales y demás firmantes de este manifiesto, los independentistas catalanes
si se refieren a nosotros con la definición de independentistas, no cargamos
nuestro deseo de independencia a nuestra particular idea de España, sino a
nuestra particular idea de nuestros sentimientos nacionales, que no coinciden
con lo que España pretende que adoptemos como sentimiento propio.
Otra
cosa es que sea ahora el momento que parece más oportuno para conseguir un
cambio de posturas entre España y Catalunya, debido a la pésima influencia de
la economía nacional. Si ustedes señores firmantes consideran que los
independentistas “se proponen violentar
la ley democrática hecha por todos para todos” si que en esto les doy la razón,
aunque no en lo de violentar, porque aquí no se trata de usar ninguna violencia,
al menos por nuestra parte ni siquiera en el uso del verbo escrito.
El
manifiesto apuesta porque todas las fuerzas democráticas busquen un mejor
encaje institucional para Cataluña, una financiación más justa, y una
federalización del deteriorado Estado de las autonomías. No obstante, los
firmantes destacan que, si el sentimiento nacional catalán fuera apoyado
mayoritariamente de forma irreversible, “la convicción democrática obligaría al
resto de los españoles a tomarlo en consideración para encontrar una solución
apropiada y respetuosa”.
El
manifiesto que supongo habrán leído en los medios escritos, no lo creo oportuno
incluir aquí por lo extenso que resulta, dice muchas cosas que son muy
reconfortantes de leer por este catalán que les escribe estos artículos, y esto
me hace decirles que es una verdadera pena que se digan estas cosas ahora, que quizás
ya no haya remedio al camino emprendido por nuestra sociedad y nuestro
gobierno, eso lamentablemente lo único que demuestra, es que Catalunya los
catalanes tenemos razón, si España conocía nuestros sentimientos y quereres,
porque los evito porque los oculto porque nos los quito, porque nos ha obligado
a llegar hasta aquí.
De
todas formas el españolismo fluye de entre los conceptos vertidos en el
manifiesto en cuestión por ejemplo: “La afirmación de que España perpetró
agresiones contra Cataluña es una desgraciada manipulación del pasado, que
olvida deliberadamente cómo en los conflictos y guerras civiles en los que todo
el país se vio envuelto, los catalanes, al igual que el resto de los españoles,
se dividieron entre los diferentes bandos”.
Esto
claro que es así, pero esto es lo que da razón precisamente al independentismo catalán,
si se reconoce que ambos bandos sufrieron alteraciones por guerras civiles y demás
acontecimientos, deben de comprender que en Catalunya todavía esperamos que se
nos reconozcan los daños morales, e históricos, sobre nuestra peculiaridad que
ha estado siempre presente. En algunos artículos en que se nos ataca, se dice
que Catalunya nunca fue un reino, ya lo sabemos y eso es precisamente un signo
de nuestra peculiar forma de ser y sentir nuestra nacionalidad, pero siempre
hemos formado parte de algo.
Cataluña
fue durante la Edad Media uno de los territorios que compusieron el patrimonio del
rey de Aragón, conocido por la historiografía posterior como la Corona de
Aragón. Tras la desintegración del Imperio
Carolingio el condado de Barcelona, que había formado parte de la Marca Hispánica
del Imperio, alcanzó una independencia de
facto a finales del siglo X, y
consiguió agrupar en torno a él, mediante vínculos familiares o de vasallaje, a
una parte importante de la actual Cataluña, principalmente los condados de
Gerona, Osona, Besalú, Cerdanya y Ampurias.
En
el siglo XII, el condado de Barcelona y el reino de Aragón se unieron dinásticamente
mediante los esponsales acordados entre Ramiro II de
Aragón y Ramon Berenguer IV de Barcelona en1137, por los que el conde barcelonés
contraería matrimonio con la futura reina aragonesa Petronila. Al final la unión
entre el reino de Aragón con el de Castilla creo toda la historia común que
nunca ha sido asumida enteramente por ninguna de las dos partes.
Creo
que Catalunya siempre ha estado ahí con una historia propia y común a la vez
siempre ha sido buen vasallo y siempre una parte muy importante dentro de las
alianzas sostenidas hasta que surgió el imperio español, que no se conformo con
tener una nación que no asumía el hecho imperial y nacional como los demás
reinos o regiones o como quieran llamarlos, pero nunca podrán decir, (como no
dicen es cierto) que Catalunya ha sido intransigente o traidora a sus deberes
como súbdita ni tampoco como nacionalista.
Ahora
parece que forzada por las circunstancias económicas modernas Catalunya quiere
decir basta, queremos partir hacia nuestro propio destino porque no creemos que
España lo esté haciendo bien, porque su deriva vuelve al centralismo imperial
de aquella Castilla que forjo España, pero que olvido como he dicho muchas
veces, que no lo hizo sola, hubo otros reinos y otros ejércitos y hombres que
combatieron ayudando a liberar a la península Ibérica, no a España, de la invasión
árabe. Al final se creó España pero no
se ha conseguido del todo ni en todas partes incorporar el sentimiento nacional
español que se nos reclama casi a la fuerza como una obligación.
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