jueves, 9 de abril de 2015

“NO CONTAR NO PREGUNTAR” YO CREO TODO LO CONTRARIO HAY QUE PRESENTAR CUENTAS



El miércoles, 200 integrantes de la comunidad catalana en Nueva York se despidieron entonando Els Segadors en el edificio aledaño al que había acogido la conferencia-coloquio de Artur Mas. Fue el broche a la recepción post-conferencia del president llevada a cabo en el Buell Hall de la Universidad de Columbia -originariamente un asilo para enfermos mentales.

Solo el tiempo dirá si el viaje relámpago de dos días que ha hecho a Nueva York el presidente de la Generalitat ha servido para tener que reducir las explicaciones sobre Catalunya, su historia, su identidad y el proceso soberanista que vive. Y aunque Mas se fue declarándose «razonablemente satisfecho», la «máxima discreción» que le han pedido los inversores y entidades con los que se ha reunido y el predominio de catalanes y españoles entre el público de Columbia dejan en el aire interrogantes sobre cuánto ha calado su mensaje. Es como si la máxima que durante muchos años presidió la política en el ejercito de los EEUU sobre las cuestiones íntimas de los soldados (don't ask, don't tell, no preguntes, no expliques) se hubiera extendido al procés.

Ni un medio estadounidense se había acreditado en la universidad para cubrir la conferencia, aunque en la sala se pudo ver a una periodista de Bloomberg que ha entrevistado en este viaje a Mas. El president también grabó una entrevista con la emisora local de la radio pública que se emitirá el lunes. Y Forbes le despidió con un artículo titulado Catalunya y los costes de la independencia que era recordatorio de que, como admitía Mas, «la causa catalana en el mundo no está ganada».

Mas intentó sumar adeptos estadounidenses a esa causa en su conferencia, apelando al espíritu del «Sí se puede» de Barack Obama, a la lucha por los derechos civiles y hasta al nacimiento de Estados Unidos como nación tras la emancipación del Reino Unido pero cuando llegó el turno de preguntas solamente un local se acercó al micrófono y ni siquiera hizo realmente una pregunta.

La otra extranjera que habló, canadiense hija de catalanes, solo intervino para corregir al profesor Jesus Moyá, que había sido crítico con Mas, para clarificarle cómo funciona la política lingüística en Quebec y en todo Canadá.

Lo que dominó fue un debate que bien podría haberse producido al otro lado del Atlántico, planteado por catalanes y españoles que no se mostraban convencidos por Mas y lanzaron preguntas sobre corrupción, críticas a la política lingüística y dudas sobre la incertidumbre de una secesión.

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