domingo, 29 de mayo de 2011

ESPAÑA, Y LA LEGISLATURA CALLEJERA

Ya empiezo a repetirme, y esto me está preocupando, me empiezo a sentir secuestrado en mi propia libertad de expresión política y de ideas, ya se habla más de acampadas urbanas que de soluciones y controversias políticas, ya nos hemos olvidado de lo que decidió el pueblo legalmente en unas elecciones libres, y hacemos más caso a lo que nadie voto, la legislatura callejera. Las acampadas como forma de protesta han agotado su potencial y tienen los días contados. Coinciden en señalar, activistas e intelectuales. Pero también hay consenso en que la indignación ha llegado para quedarse. La continuidad del movimiento pasa por clarificar el mensaje, regular su forma de actuar en la escena política y no en la calle.

De no variar la fórmula actual de este movimiento, sus tendencias se dirigirán hacia su propia desaparición por agotamiento físico e ideológico, a su división, porque empezaran las reacciones humanas de querer imponerse unos a otros, y con ello la aparición de las tentativas revolucionarias y anti sistema, que se apoderaran de la inercia surgida por la acción de la toma de los espacios públicos emblemáticos, y que hasta la fecha ha sido el rasgo unificador de todas las concentraciones.

Algunos expertos en movimientos sociales le ven futuro al movimiento y otros no, «Hace falta tener unos objetivos claros, no un guirigay de propuestas un tanto ingenuas en algunos casos». «Creo que esto se ha desmadrado y hace falta una buena dosis de madurez y realismo. Hay riesgo de que la acampada de indignados se convierta en un campamento de verano lúdico». Estas son solo dos de las numerosas opiniones vertidas estos días en el foro de la acampada en internet. Frente a ellas, en el seno de la plaza de Catalunya, ya han aflorado grupos con propuestas abiertamente anarquistas y revolucionarias, que van mucho más allá de las primeras reivindicaciones concretas que se plantearon en el manifiesto que encendió la mecha inicial.

Otras ideas  manifestaciones u opiniones al respecto de este fenómeno que he podido leer estos días son: «Obviamente, este tipo de movimientos corren el riesgo de que se apropien de ellos grupos revolucionarios», advierte Joan Subirats, experto en políticas públicas. «Una parte del mensaje no necesita concretarse, otra sí. No se puede estar en elaboración permanente», opina Jaume Funes, psicólogo social. « ¿Revolucionario? No, creo que el sentido de la asamblea es que sea muy amplia, la fuerza está en la diversidad y en la base», apunta Esther Vivas, experta en movimientos sociales de la Universidad Pompeu Fabra.

En definitiva y concluyendo esto debe de terminar ya, démosle la importancia social que ha tenido y que en mi opinión ha sido mucha, pues no se le puede negar que este movimiento ha removido en parte el pasotismo popular y el de la juventud frente a la política, como si con ellos no fuera la cosa, eso es lo que únicamente les agradezco, que les hayan despertado de su letargo generacional y hayan tomado conciencia de que la política y sobre todo La mala Política también les afecta.

Ahora, si son conscientes, este movimiento tiene que parar y buscar de situarse dentro de los partidos legales existentes, o promover uno propio para defender sus propuestas ante la sociedad, porque ellos ahora no la representan, hasta que se sometan al plebiscito de las urnas, solo se representan a sí mismos. Y si son como me temo unos  inconscientes jugando a revolucionarios de plazas públicas, por favor dejadnos ya en paz,  para que la sociedad afronte de verdad los graves problemas que penden encima de nuestras cabezas  como losas. Exigiendo a nuestros representantes elegidos democráticamente que ejerzan su obligación y su trabajo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario